Opinión

Urueña, Villa del libro

Urueña.

Urueña.

  1. Opinión
  2. Blog del suscriptor

Subiendo el puertecillo, después de adelantar a algún camión y pasar el túnel de Guadarrama, uno se pone en marcha bajando ya hacia Segovia, pasando los pinares de Segovia y Ávila y la desviación de la A6 hacia el Acueducto romano.

Llegando ya a Adanero empiezan los amarillos, se barajan los campos de trigales y cebada, la tierra de campos, tan querida por Delibes en sus libros.

No hace falta llegar a Sedano, la tierra donde cazaba, a no muchos kilómetros de la ribera del Duero de Aranda, para dejar reposar la mirada y descansarla en este marco segado ya en septiembre.

Antes de dejar la carretera hacia la Coruña camino de la verde Galicia, puede uno desviarse a los pueblos de Valladolid, Nava del Rey, la Seca o Rueda, para después llegar a la ciudad dejando atrás el pinar del Montico. Valladolid que fuera hace siglos la capital de España y alojo de Cervantes.

Se puede desde la carretera de Salamanca subir hacia la desviación de Zaratán, dejando atrás el campo de fútbol Zorrilla y el Centro Delibes, llegando a las cuestas de Wamba y al dejar atrás el monasterio de la Santa Espina, se llega finalmente a Urueña, Villa del libro.

No hay más que salir por la puerta de la muralla para ver cómo cae el sol en ese mar precioso de colores con los pajarillos danzando en el ocaso.

Uno bien camina por este pueblo del libro, entre colmenas y murallas, para ojear sus muchas librerías para después yantar en la plaza del pueblo, en el mesón al lado del ayuntamiento

Tan sólo se divisa a algún turista despistado, porque este pueblo de Valladolid, que ha llegado a tener protagonismo en el programa de La 1 Aquí la Tierra es poco conocido por españoles de fuera de Castilla.

De vuelta hacia la ciudad, uno tiene la sensación de haber estado en un lugar recóndito de esta España vaciada, porque Castilla con sus campos solitarios y sus pueblos poco poblados, al lado de la Sierra de Segovia, la catedral de Burgos, de la fría Soria, las murallas de Ávila o la Universidad de Salamanca, las iglesias de Zamora o la olvidada Palencia es la región más desconocida por esta España que olvida a su tierra en la importancia de su historia.

Castilla, tierra de campos, de caldos de uva, de gentes austeras y cerradas, pero siempre tierra que acoge a todos los españoles que la visitan, como hizo Delibes y el gran Machado de los ocres de Soria.

Caminante no hay camino se hace camino al andar.