Opinión

Una ley para la ganar la guerra

Tomás Serrano

Tomás Serrano

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Que la implicación de socialistas y comunistas en los prolegómenos de la guerra civil, y previamente en una II República que fue de todo menos democrática es evidente, salvo para quienes quieren ganar el relato de la guerra después de haberla perdido.

Podemos perdernos en un debate histórico en el que ni siquiera los historiadores se ponen de acuerdo. De los sucesos de aquellos años, terribles, sólo hay un punto en el que coinciden quienes se dedican a estudiar la Historia desde el rigor y no desde un bando, ya sea éste de izquierdas o de derechas: en la II República y más en la guerra civil y posterior dictadura (para la ultraizquierda podemita, siguiendo su pensamiento (sic), no hubo tal por el bloqueo americano y europeo) hubo “malos” de un bando y de otro.

Esta zapateril perversión de la Historia para tratar de achacar al PP y a la derecha en general la sucesión del régimen franquista, es, como bien detalla en su editorial EL ESPAÑOL, interpretar la Historia “con una lógica maniquea que responde a una interpretación de parte (el PSOE, a diferencia del PP, fue parte activa de la Guerra Civil) que parecía superada tras el pacto de la Transición”.

No sólo eso, la ocultación de los crímenes perpetrados por comunistas y socialistas, sí tienen herederos. PSOE e IU, (bajo cuya amalgama de siglas se esconde un partido comunista que jamás pidió perdón por sus crímenes). Lo más sangrante es la utilización que hace el PSOE de Sánchez de estas cuestiones que aún siguen dividiendo a los españoles para tapar los errores de bulto en su gestión, el abuso de poder, el sometimiento predemocrático de la justicia, la subida de la luz, la compra de mascarillas, más que sospechosa, del amigo de Ábalos y un larguísimo etcétera de comportamiento sin escrúpulos de un tal Pedro, que vino a regenerar la democracia y está haciendo justamente lo contrario.

Esta maniquea ley de memoria histórica, con 'm' de mentira y en minúsculas, ni es memoria, ni es historia, tan sólo un indisimulado y postrero intento de ganar una guerra que jamás se tuvo que haber producido.