El olvidado 11-M

.

El 17 de julio de 1996 el Boeing B747 TWA-800 explotó poco después de despegar de Nueva York. Murieron 230 personas. Y se reconstruyó el avión a partir de los fragmentos recuperados y se le investigó durante 4 años. Sólo ahora, 25 años después, será destruido.

Se acaba de cumplir el decimoséptimo aniversario del 11-M. Sus recordatorios han languidecido año tras año. Los medios cada vez se ocupan menos del mayor atentado terrorista de la historia de España. Este año habría pasado casi inadvertido de no haberse cumplido poco antes el vigesimoquinto aniversario de la primera victoria electoral del Partido Popular, con cuyo motivo se ha hablado de Aznar y se ha recordado el final de su mandato. Y se ha comentado el 11-M en entrevistas y reportajes, y siempre lo mismo: el gobierno de Aznar mintió, no fue ETA, perdieron las elecciones por mentir.

Pero de lo más importante del 11-M casi nadie ha hablado. Sigue siendo un misterio la organización del 11-M, su liderazgo, sus participantes, su forma de actuar, los medios empleados, su financiación. La versión oficial se basó en irregularidades, hechos misteriosos, investigaciones incompletas, fallidas, falseadas. Y a pesar de la enorme gravedad de que nadie lo investigue y de los 17 años de peticiones de verdad y justicia por parte de las víctimas, cuando se habla de las dudas del 11-M la respuesta suele ser que “no fue ETA”.

Hasta en un 11 de marzo se ignora el asunto, porque no es de actualidad. Cómo se va a hablar del 11-M en plena pandemia, en plenas mociones de censura y convocatorias de elecciones, y menos aún para decir lo mismo. Si aún apareciese algo nuevo… Y como no hay nada nuevo, se deja que el tiempo pase y haga olvidar algo tan engorroso como el que haya autores del 11-M, encubridores, falseadores de pruebas que se pasean tranquilos por nuestras calles.

Pero, para traer el 11-M a la actualidad, cabe el recurso a aprovechar la aparición de otros asuntos que pongan en evidencia su investigación, su sumario, su vista oral, sus sentencias. Y esa actualidad nos la proporciona ahora la próxima destrucción del Boeing de la TWA.

Tras el accidente de Nueva York, y durante semanas, se rescataron del mar piezas del avión para reconstruirlo pieza a pieza. Su investigación duró 4 años. Se concluyó que la causa probable del accidente fue un cortocircuito. Después, durante 20 años, se utilizó el avión para entrenamiento de investigadores. En julio próximo, 25 años después, el avión será desmantelado.

Compárese con lo acaecido con los trenes del 11-M. Esa comparación puede servir para recordar las evidentes irregularidades aquí ocurridas, aunque a sabiendas de que tendrá muy poca repercusión y de que sólo se obtendrá silencio y desprecio. Pero, aunque moleste, hay que decir que en el 11-M no se actuó de esa manera tan lógica y normal, sino de forma irresponsable y seguramente delictiva, destruyendo los focos de las explosiones menos de 24 horas después y destruyendo finalmente, pocos días después, lo que quedaba de los vehículos.

Y aunque parezca increíble, esa masiva destrucción de pruebas no se ha investigado nunca. Bueno, sí, la Juez Coro Cillán, instruyendo la querella de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M contra Sánchez Manzano, se atrevió a indagar en el desguace de los trenes y en la desaparición de muestras. Tras salvar las zancadillas que soportó durante los 6 años de la instrucción, el asunto se archivó en falso, las importantísimas declaraciones de los testigos quedaron eliminadas, y la propia juez fue expulsada de la judicatura y con su vida arruinada.

Pero hay más. Si en el accidente de Nueva York el avión fue reconstruido, buscando y recogiendo sus restos hasta en el fondo del mar, se sabe con certeza que uno de los coches explotados el 11-M fue reparado y el material cercano a su foco, guardado sigilosamente e investigado por policías y guardias civiles mientras policías y guardias civiles realizaban, más de un año después del atentado, la única pericial conocida sobre las explosiones en los trenes. Pero nada se dijo en el documento final de la pericial; era el único, lo visitaron, pero para la pericial no existía.

Es más, la reconstrucción de ese foco del 11-M pudo hacerse durante 8 años, pues en febrero de 2012 se descubrió su existencia, la fiscalía lo investigó y afirmó que “se ha constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores” y el local que los guardaba fue precintado por la Guardia Civil. La oportunidad de reconstruirlo se perdió un año después, en octubre de 2013, cuando el local fue asaltado, los precintos fueron violados y su contenido fue robado. Y en esos días se pudo ver a agentes policiales vigilando la entrada de las instalaciones.

¿A qué se espera para investigar las anteriores y muy graves irregularidades? ¿A que prescriban los delitos, como denuncia la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M?