¡Socorro, los ciudadanos estamos aquí!

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No es por la Covid, no es por las depresiones a consecuencia de la situación, no es por las colas del hambre, ni siquiera por los muertos.

Tampoco por la corrupción que duramente nos ha sacudido, décadas.

Los políticos solo se movilizan por el poder. Ni siquiera se ponen de acuerdo para sacar medidas en nuestro beneficio. Se movilizan por las luchas de poder.

Si ya de por sí me resultaba desconcertante lo que venía ocurriendo en política en los últimos años, la vida como siempre nos sorprende llevándonos a un escalón más, en este caso de desconcierto.

Los políticos en teoría están para trabajar por y para los ciudadanos, para eso se presentan a unas elecciones, y para eso salen elegidos. Pero desde hace años llevamos asistiendo a vergonzosos espectáculos de prevaricación, corrupción, falseamiento de formación, teatro, falsas propuestas. Y lo que nos quedaba por ver, pactos para mociones de censura que no para ayudas a autónomos y pymes. Ni siquiera pactos de educación o sanidad donde una vez más hemos presenciado luchas de poder.

Uno no puede evitar ver todo como un teatro en el que cada uno interpreta un papel dado su lugar y posición. Una representación que ha pasado de suspense a drama. Da la sensación de que no van a trabajar por nosotros, por los que les damos la confianza a través de nuestro voto. No solo van a trabajar con un guión perfectamente calculado en contenido y tiempo para sacar los vídeos que luego nos llegan a nuestros dispositivos.

Ruedas de prensa de las que no sabemos lo que es verdad o mentira, medios de comunicación comprados con nuestro dinero. Puestos de trabajo a amigos y amigantes con nuestro dinero también. Y también con nuestro dinero gastos que no son justificables en plena crisis.

Nos dejan perplejos viendo como unos abusan de poder iniciando campaña desde su despacho oficial. También hemos asistido a una lucha de poder contra Madrid como si de un país diferente se tratase.

Mientras, no se hace nada por detener la invasión de los sin papeles en las Islas Canarias. Tampoco se mueve ficha mientras los catalanes de bien se ven mermados de todos sus derechos y de sus vidas tal y como la conocían.

No se unen para darnos soluciones convincentes a toda esta situación, solo se movilizan para tener más poder. Y nos dicen que es por nosotros.

Nosotros queremos libertad.

Nosotros queremos seguridad.

Nosotros queremos llegar a fin de mes.

Nosotros no queremos que nos suban los impuestos. Nosotros queremos en definitiva un país más seguro y un estado de derecho democrático y con una igualdad real para nuestras futuras generaciones.

Nosotros queremos que nuestros mayores disfruten de los años que les quede de vida sin preocupaciones.

Pero más allá de todo este bullicio, los ciudadanos seguimos aquí. Y somos los ciudadanos los que vemos cómo las luchas de poder hunden la reputación de todos los políticos con sus siglas por intentar defender lo que no se puede.

Se hace más necesario que nunca una nueva ley electoral con listas abiertas y de personas formadas, comprometidas con su escaño y cargo político. Antes de entrar en política se debería demostrar una experiencia laboral de al menos cinco años, hay mucho y bueno donde elegir, solo así se acabaría con los garbanzos negros que hay en todos los cocidos sean del color que sean.

Yo quiero políticos que se preocupen por los problemas reales.

Yo quiero políticos con vocación de servicio público.

Yo quiero políticos capaces al margen de su formación.

Y sé que los hay. Esto solo puede arreglarse si es entre todos y si nos olvidamos de la política de votos y favores.

Que cada partido político se comprometa a que sus cargos públicos no estarán más de dos legislaturas que no ocho años y nos abran las puertas a elegir lo mejor que puedan ofrecernos.

En el trabajo de un político siempre lo más importante debería ser, el bienestar de todos los españoles.