Fran Hervías o el relato de un cacique

Fran Hervías.

El 31 de octubre de 2019 nos invitaron a la pegada de carteles de la campaña de Ciudadanos para el 10-N con Fran Hervías en un hermoso pero pequeño pueblo de la provincia de Granada llamado Baza, de unos 20.000 habitantes. Me sorprendió bastante que se eligiera esta localidad en lugar del área metropolitana de Granada, ya que este área concentra más o menos el 60% del censo de la provincia, que es la circunscripción electoral por la que Fran Hervías se presentaba. A lo mejor es que no estaba entre sus planes ganar las elecciones sino más bien todo lo contrario.

No sé cuándo decidió el autoproclamado “lobo” venderse al Partido Popular, imagino que debió ser en algún momento de las negociaciones con Teodoro García Egea sobre los gobiernos municipales y autonómicos, coincidiendo con el periodo en el que Ciudadanos pasó de 57 a 10 diputados. Pero la pregunta más importante no es “cuándo”, sino “por qué”.

Como afiliado a Ciudadanos relativamente joven, siempre tuve claro que no debería dedicarme a la política de lleno a menos que tuviera un modo de ganarme la vida en la sociedad civil. Fran Hervías, por el contrario, no tuvo esta precaución: durante el tiempo que fue Secretario de Organización se casó, se hipotecó y se convirtió en padre, de modo que la idea de volver a ser meteorólogo imagino que se le planteaba poco lucrativa para su nuevo proyecto vital. Dicen que la corrupción política es el sacrificio del interés general por el particular, y para alguien que ganó más en lo particular que lo que aportó al interés general durante su paso por Ciudadanos, estaba claro qué extremo de la balanza iba a primar.

No es de extrañar que la mayoría de quienes han sufrido el acoso y derribo del “señor lobo”, así como quienes confiaron en él para que les recompensara con la peor de las puñaladas traperas, tengan hoy día más claro que nunca que el responsable de la debacle del 10-N fue Fran Hervías, ya que su política de preferencia en los pactos respecto al PP fue la que desplazó a Ciudadanos de su espacio político natural, que es el centro liberal. Además, esta conducta concuerda perfectamente con su naturaleza, ya que Hervías es de esas personas que prefieren destruir antes que competir.

Efectivamente, la personalidad colusoria de Fran Hervías es todo lo contrario a lo que representa Ciudadanos, pero también sus prácticas: Fran Hervías era el de las primarias amañadas, el que colocaba a amigos y familiares en puestos de responsabilidad dentro de Ciudadanos, el que fulminaba a todo aquel que pudiera llevarle la contraria o simplemente tuviera más cualidades que él mismo para su desempeño. El juego sucio, las zancadillas y las guerras internas eran el día a día del Ciudadanos de Fran Hervías.

Un cacique acomplejado, un déspota de mercadillo que se deleitaba en el servilismo que la afiliación, amedrentada por sus prácticas mafiosas, le ofrecía sin ninguna clase de miramientos. Un hombre que buscaba la lealtad ciega de los demás, pero cuya lealtad sólo se dirigía a su bolsillo y a su círculo más íntimo. Un mediocre venido a más, incapaz de competir en inteligencia o en oratoria con casi ninguno de sus compañeros, pero sí en chavacanería. Ciudadanos, si logra sobrevivir a la mordedura del lobo, se habrá librado de la peor lacra que le ha acompañado durante los últimos años.

A Fran Hervías le gusta criar borregos para después comérselos. No sabe bien Casado a quién acaba de dar la bienvenida a su rebaño. Hoy en PP puede enorgullecerse de añadir un cacique más a su ya innumerable lista.