Opinión

España, ni sajona ni mandarina

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Allá, por los montes del concejo de Ibias (Asturias), hay un pino que, invierno tras invierno, lo aplasta la nieve y no se desgaja. Resiste con gran estilo los acosos de las Filomenas: se dobla, no se doblega. Cuando resplandece el sol, es el último en descongelarse. ¿Será así España, así, los españoles? La foto que al sufrido lector presento en EL ESPAÑOL, habla por si sola. Al poeta le ha conmovido la trágica fuerza de este magnífico ejemplar indefenso y solitario.

Quien pudiera ser el árbol
del ramaje que se mueve,
se sacude y se conmueve
cuando lo visten de blanco.
Si lo cerca el grave mal
del síntoma asintomático,
lo salva un oso romántico
del virus perimetral.
Todos lo quieren feliz
como a la savia ovejuna,
mas la jeringa vacuna
no le pincha la raíz.
Ni lo poda la obediencia
a la botánica ciega,
se dobla, no se doblega
a la fanática ciencia.
No sé si, por mucho o poco,
de su pesado atuendo
de nieve, se sigue riendo
el negro del blanco copo,
mas robles, pinos y encinas
si no se van por las ramas,
no serán gélidas llamas
sajonas ni mandarinas.