La razón de ser de toda empresa es sus clientes, a éstos se lo debe todo y su motor son los trabajadores que también son clientes de la misma.
Todos los empresarios millonarios del mundo, le deben su riqueza a los clientes que se dejan el salario fielmente.
Fidelizar y ganar clientela es el objetivo de toda empresa.
Si ahora nos vienen los ricos quejándose de que pagan muchos impuestos, justificando la evasión de los mismos, los paraísos fiscales y la ingeniería fiscal, es que se están riendo a la cara de sus clientes, y, si estos le ríen la gracia, es que son tontos.
Hace falta tener la cara de cemento para victimizarse por actos nada éticos, incluso delictivos.
Los ojos se ponen como platos cuando numerosas personas (clientes) apoyan que no se pague impuestos, ¿vosotros os habéis caído de un guindo? o ¡qué os pasa! Se están riendo de vosotros a la cara.
Es evidente que no existe conciencia de que un Estado fuerte es el que garantiza los servicios públicos de calidad entre todos. Y más fuerte es, si se realiza una perfecta combinación de empresa pública y empresa privada.
Ahora no vengáis con Estados Unidos, el mayor fracaso del capitalismo por mucho que diga el Señor Margallo, y, el comunismo, que es el infierno en la tierra junto al nazismo.
En la vida podemos ser ricos, pobres, cada uno con sus capacidades, pero ante todo, hay que tener dignidad y ser conscientes de que todos aportamos y que nos merecemos un respeto que es lo que está faltando por parte de los defraudadores de hacienda y de los defensores de la reducción drástica o eliminación de impuestos.