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'Invitadas' en el Prado: una Memoria Histórica en la cultura

'La bestia humana' de Antonio Fillol. / Museo del Prado

'La bestia humana' de Antonio Fillol. / Museo del Prado Museo del Prado

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El Museo del Prado nos deleita con una exposición en la que en forma de memoria histórica cultural nos acerca a la misoginia de finales del siglo XIX y principios del XX. Y es de agradecer que basen esa “Memoria Histórica” en enseñarnos cómo era de machista la vida en esos días y su desprecio a la mujer, para asegurarnos que no vuelva a ocurrir. “Sin conocer el pasado, no podemos corregir el futuro”. Todo lo contrario que estamos viendo en este momento en las derechas e izquierdas de nuestro país, que basa su “Memoria Histórica” en tratar de ocultar nuestro pasado, como si no hubiera existido, y así las nuevas generaciones no puedan conocer los errores cometidos para evitarlos en el futuro.

En la exposición pasamos por todas las partes de estas temáticas que se daban, desde la propia discriminación artística, no exponiendo al público las obras de mujeres artistas en museos, galerías, etc, cosa que se daba hasta hace muy poco, como ilustraciones de la vida familiar y cotidiana de la época, en la que vemos a la mujer como mero instrumento de servicio doméstico, el adoctrinamiento a las niñas estigmatizadas con la obligatoriedad de usar solo juguetes que se entienden creados para ellas, o la mujer en su papel de solo madre, hermana o hija de...

No deja de lado ni oculta la parte más oscura del tema, como es la mujer y la prostitución, la utilización de su desnudo como objeto sexual, la violencia de género, mal motivada en el simple hecho de tener que ser sumisa al hombre o el castigo a ellas por los mismos motivos que en el hombre estaban bien vistos.

Una exposición que no podemos dejar de ver y que sigue con la renovación en los últimos años del Museo del Prado, que nos hace llegar esa otra parte de la sociedad que estaba invisible como la homosexualidad o la mujer.

Esta “invitación” del Museo del Prado debería de llegar a nuestros políticos, más empecinados en hacer desaparecer calles, estatuas, placas o cualquier cosa que tenga que ver con épocas pasadas según la ideología del ayuntamiento de turno, tratando de ocultar cualquier vestigio del contrario, y así tratar de ganar en despachos y no en las urnas, sin importarles de verdad la historia pasada y aprender de sus errores o éxitos. ¿Lo próximo qué será? ¿Quemar los cuadros de Velázquez o Goya por pintar a reyes y cortesanos porque eran dictadores y explotadores de su pueblo?

Tenemos que diferenciar historia, cultura y política, que aunque se interactúan evidentemente en la vida diaria, deben seguir caminos distintos, sin interferencias manipuladoras.