Blog del suscriptor

No lo entiendo

.

. Reuters

  1. Blog del suscriptor
  2. Opinión

No lo entiendo. Estamos ante una crisis sanitaria y económica de impacto mundial, de dimensiones que no alcanzamos todavía a imaginar. De hecho, tendríamos que remontarnos casi un siglo atrás para poder establecer una comparativa con esta situación que estamos viviendo, y lo sorprendente es que todavía algunos parecen vivir como si nada extraordinario estuviera ocurriendo en sus vidas.

En España podríamos decir que estamos ante la situación más delicada desde 1936 y aquí en Estados Unidos parece como si estuviésemos navegando en un nuevo Titanic. Esta vez, en aguas que desconocemos y ante la ausencia de un líder al timón.

Es por ello por lo que no comprendo cómo todavía confiamos y delegamos toda la responsabilidad a nuestros gobernantes pensando en que estos van a solucionar todos nuestros males en un momento récord de polarización política.

¿Esto en qué se traduce? En que todo, absolutamente todo, ha pasado a estar politizado con unos niveles de crispación probablemente nunca vistos en la historia moderna de ambos países. Y, también, en que algunos de nuestros políticos han pasado a ser parte del problema.

No seamos ingenuos, está en nuestras manos elegir ser parte de la solución o del problema. Debemos exigir responsabilidad, liderazgo y coordinación a nuestros gobernantes, pero también nos la debemos exigir a nosotros mismos. Debemos ser motores y ejemplo del cambio.

Entiendo la frustración cuando se percibe que organismos internacionales parecen haber obedecido en esta crisis pandémica a intereses políticos alejados del interés común de informar con el máximo rigor a la ciudadanía mundial. También entiendo el hastío al ver como algunos gobiernos (locales, regionales o centrales) dan auténticos bandazos de opinión en función a sus intereses políticos y partidistas. Y, por último, también entiendo el hartazgo de ver cómo, con demasiada asiduidad, opiniones médicas y políticas se entremezclan y lo único que consiguen es confundir aún más a la ciudadanía.

Precisamente por esto mismo creo, hoy más que nunca, que debemos comportarnos con el máximo grado de ejemplaridad posible. Debemos sacar a relucir nuestra responsabilidad individual como individuos para lanzar un potente mensaje: la sociedad no es la que falla.

Pero claro, como muestran algunos comportamientos, esto parece que está lejos de ocurrir. Y, aunque entiendo que lo que voy a decir quizás no genere demasiadas simpatías, he de decirlo: como sociedad estamos fallando y no estamos liderando mediante el ejemplo (aunque siempre haya peros y bastantes excepciones).

Entonces, ¿qué podemos hacer para que los próximos meses no se conviertan en un desastre del que nos cueste décadas recuperarnos?

1. Comportarnos con ejemplaridad y responsabilidad contrastando información y siguiendo siempre un principio básico: pensar en el prójimo y protegerlo para que él haga lo mismo conmigo.

2. Relativizar la “incomodidad del momento”. Llevar una mascarilla a 40º de temperatura no es lo ideal, pero es necesario (además de otras medidas) y vital para ayudarnos a superar esta situación.

3. Cumplidos el punto 1 y 2 es entonces el momento de exigir responsabilidad a nuestros gobernantes. Debemos pedir responsabilidades a todos los niveles que corresponda, sin importar el color político que ostente dicha responsabilidad.

Por último, quisiera decirle que escribo estas palabras desde una de las ciudades epicentro de esta maldita pandemia, aquí en Estados Unidos. Llevo muchos meses sin hacer planes normales con mis amigos, las UCI en los hospitales de mi ciudad siguen saturadas y no, este año no podré ir por casa (España).

Pese al hartazgo que se apodera, a menudo de nosotros, tanto yo como mi mujer seguimos cumpliendo con nuestra parte. Somos responsables y aunque somos muy jóvenes, nos seguimos protegiendo para proteger a otros y nos tomamos esta situación muy en serio para ayudar a crear una base que ojalá permita que salgamos de esta lo más rápido posible. Aunque nos encontremos con comportamientos, a diario, que a veces quitan el aliento.

En esta casa también procuramos ser neutrales y no dejarnos llevar por la negatividad, pero tampoco por el exceso de optimismo. Porque pensar que ya queda poco y que en unos pocos meses todo estará solucionado (y más sin hacer algo distinto) es autoengañarse y es precipitarse a un shock mayor (tal y como describe muy bien la paradoja de Stockdale).

A todos aquellos que se creen invencibles y que esto no va con ellos, solamente les diría que no cumplan estos 3 puntos que citaba por ellos mismos, que lo hagan por sus familiares más mayores o por sus vecinos. Si tampoco los logro convencer, les pediría que lo hagan por su futuro laboral y económico.

Y, entonces, si esto tampoco funciona, será hora de reflexionar y revisar qué estamos haciendo, cómo estamos educando y qué valores cimentan nuestra sociedad.