Cualquier acercamiento a la lectura de la historia de nuestra Armada y sus integrantes desvela que su gran capacidad y valor siempre ha quedado mermada cuando no suspendida por la ineptitud, incompetencia y corrupción de los políticos con los que tuvieron que bregar (salvo honrosas y escasísimas excepciones).
Ha sido así desde los Austrias, alcanzando la indignidad con los Borbones. Leo en su publicación la nefasta gestión en la construcción de la nueva generación de submarinos. La preparación de nuestros jóvenes para el acceso a la oficialidad y suboficiales es enorme, una vez dentro la exigencia de conocimientos los prepara para ejercer cualquier cometido y los impregna de unos valores que ya quisiéramos para nuestros indeseables políticos.
Cuando tras años de esfuerzos y sacrificios consiguen formarse como profesiones, se encuentran con que los dirigentes que deben dotarles del los medios necesarios para cumplir su misión despilfarran nepóticamente un dinero que no tenemos y dejan a nuestros marinos en tierra en un país con 8.000 km de costas, mientras nuestros vecinos y competidores nos aventajan.
Eso sí, que a las autonomías separatistas no les falte de nada. ¿Habrá mayor indignidad?