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Distanciamiento y acondicionamiento social

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En estos momentos en los que vivimos un punto de inflexión que nos está afectando de forma inesperada a gran parte de nuestros hábitos de vida, así como a nuestras relaciones sociales y obligaciones laborales, es también el momento de reflexionar sobre cuál puede ser nuestra mejor adaptación y evolución en este entorno.

Si tomamos como punto de partida el distanciamiento social como medida obligatoriamente instaurada por motivos sanitarios, deberíamos intentar, sin menoscabo de la componente puramente afectiva que ello puede implicar, realizar una interpretación y aplicación lo más positiva posible de la misma ya que entraña mejoras de calidad de vida en aspectos de habitabilidad, higiene, confort y mejora ambiental.

En términos generales, una adaptación y evolución hacia viviendas, transporte público, residencias, hoteles, locales comerciales, restaurantes y lugares de trabajo más amplios, abiertos, minimalistas en accesorios, y con reducciones de aforo y ruido seguro que es celebrado por gran parte de la ciudadanía en general.

Un ejemplo concreto son las ventajas que los protocolos de cita previa bien estructurados, ágiles y fáciles de gestionar para los usuarios aportan en cuanto a comodidad, reducción de esperas y aglomeraciones.

Habría que plantearse, por tanto, bajo un prisma de libre mercado de oferta y demanda, una vez que se alivie la imposición, si algunas de las medidas relacionadas con el distanciamiento social deberían quedarse para formar parte de un nuevo acondicionamiento social que implique un estilo de vida cada vez menos masificado, saludable y respetuoso con el desarrollo sostenible.

Es cierto que la ecuación básica de un negocio, y de la economía en general, lo constituye el binomio volumen y coste/precio, afectando a priori el distanciamiento social al volumen, pero también es cierto que aspectos y parámetros como la eficiencia, la calidad, la flexibilidad, la especialización y últimamente la tecnología digital pueden aportar mucho, y de hecho así se está demostrando, en la sostenibilidad y desarrollo económico.

Casi de forma permanente las empresas deben afrontar, bien por necesidad propia o por evolución del mercado, innovaciones disruptivas impulsando la aplicación de nuevas ideas y tecnología avanzada para el desarrollo de su oferta y seguir compitiendo en un mercado cada vez más cambiante y exigente desde el punto de vista de la demanda.

Podríamos decir que nos encontramos en un momento crucial para poder desarrollar y aplicar innovaciones disruptivas que puedan favorecer y conjugar las ventajas y mejoras que un nuevo, llamémosle, “acondicionamiento social” nos puede aportar con un enfoque progresivo y duradero.

En este “acondicionamiento social”, deben jugar un papel muy importante la flexibilización de las jornadas de trabajo y, por qué no, evolucionar a una reducción de las misma a fin de contribuir a una mejora en la ampliación y distribución de las horas de ocio, así como la potenciación y regulación de los trabajos autónomos y del teletrabajo, que favorezcan, entre otras cosas, el poder vivir y trabajar en zonas rurales alejados de las grandes concentraciones urbanas.

Nuestros gobiernos, en los diferentes ámbitos tanto a nivel local, autonómico, nacional y europeo deberían tomar nota de las posibilidades que un “acondicionamiento social”, basado en protocolos que propicien ambientes menos congestionados, puede brindar para el progreso, desarrollo y mejora de nuestra calidad de vida.

A niveles de relaciones sociales y respeto interpersonal, la necesidad sobrevenida del distanciamiento social nos debería conducir a asimilar y adoptar en nuestros hábitos de vida, costumbres y educación unas pautas que preserven cada vez más los espacios mínimos de confort personal modulándolos adecuadamente en función de ciertas circunstancias emocionales y excepcionales.

Por tanto, deberíamos apostar por una interpretación positiva del concepto de distanciamiento social, desterrando en la medida de lo posible la connotación negativa con la que ha emergido por pura necesidad, para centrarnos en el desarrollo y aplicación de los múltiples aspectos positivos que nos puede brindar.