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Crispación

Sánchez y Casado en el Congreso.

Sánchez y Casado en el Congreso.

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Tensión, rigidez, presión; crispación. Es cierto que tan solo he vivido veinticuatro inviernos, sin embargo, nunca había visto a la sociedad española tan crispada, tan polarizada como en la actualidad. Y eso es triste, pero sobre todo preocupante.
El Covid-19 nos ha pasado una factura económica, política y evidentemente social.

Cuando digo que ha afectado duramente a la sociedad española, no me estoy refiriendo a los 27.134 fallecidos en España (según el Gobierno), ni tampoco a los cientos de miles de españoles que han perdido sus trabajos, ni a las decenas de miles de personas que no tienen que comer y deben recurrir a la generosidad vecinal y/o a las ONG. Tampoco me refiero a los, muchas veces olvidados, estudiantes que llevan años intentando adentrarse en el mercado laboral sin ningún éxito, no; en este artículo me estoy refiriendo a la crispación, a la polaridad política por parte de la sociedad.

Me parece muy preocupante que, desde hace semanas, la derecha extrema española esté llamando o insinuando que Pedro Sánchez es un dictador. Que “dictadura” tan blandita que permite que digan cosas así. Me parece muy preocupante que, en los últimos días, haya sido la izquierda quien haya insinuado que “a la derecha le gustaría dar un golpe de Estado” siguiéndoles el juego. A mí me gustaría poder preguntarles a los políticos, de todas las ideologías, si les parece una broma la política española. ¿Se toman en serio su trabajo? Cada vez que veo el Congreso de los Diputados me recuerda más a un circo en el que unos se tiran insultos y demagogia barata a otros.

Eso no es política, eso es hacer el ridículo. Sin embargo, lo que me parece más preocupante de todo es que la sociedad española no nos estemos percatando del indudable hecho de que los partidos políticos nos están enfrentando a nosotros, a la población. Esta parte es la más vergonzosa de todas, el enfrentamiento político debería enmarcarse en el Congreso y en sus pasillos, no en la calle. Démonos cuenta de que la persona que tenemos enfrente no es el enemigo, sino nuestro aliado.

La crisis económica, el Covid-19, la crispación política, la corrupción, la deslealtad política, las fallas educativas, la pobreza, el hambre, las desigualdades… todo eso es nuestro enemigo, no la derecha ni la izquierda. Es cierto que con algunos partidos políticos que les gusta apropiarse de los símbolos nacionales y del nombre de nuestro país es más complicado sentarse a dialogar, pero oiga, es necesario rebajar la tensión.

Las palabras son un arma de doble filo, y por lo que veo se están utilizando en el campo político a discreción. “Facha, comunista, golpista, rojo, virus, etarra, traidor… asesino…”, son palabras que han dicho los políticos en los medios de comunicación, y no lo han hecho con ningún otro fin que no sea el crispar a la población, el enfrentarnos a nosotros, los españoles, el buscar el “apoyo fácil” y manipulador.

¡No era el momento! Se hicieron muchas cosas mal durante esta profunda crisis del Covid-19, pero no era el momento para presionar al Gobierno o menospreciar su actuación. ¡No era el momento! La población española estaba muy cansada de quedarse en casa durante dos meses y ver como los ahorros de la cuenta bancaria iban desapareciendo poco a poco, pero no era el momento de salir a la calle a hacer manifestaciones envueltos con la bandera española, nuestra bandera.

El Gobierno del PSOE y de Unidas Podemos ha hecho muchas, muchísimas cosas malas, entre ellas mentir a la población tanto o incluso más como hizo el Gobierno de M. Rajoy, sin embargo, pese a todo ello, pese a todo el sufrimiento actual, no podemos tensar más aún a la población. No podemos seguir crispándonos unos a otros por las actuaciones de unos políticos indignos de representar a los españoles (tanto de derechas como de izquierdas), porque sería una crispación vacía.

El PSOE lo ha hecho mal, Unidas Podemos lo ha hecho mal, pero también han actuado mal el PP y Vox. Ábalos nos mintió, Marlaska nos mintió, pero Ayuso también nos ha mentido y lo peor de todo es que siguen mintiéndonos. No se trata de ver quién lo ha hecho peor o quién nos ha mentido más, se trata de depurar responsabilidades y de conseguir de una buena vez unos políticos aptos y capaces. Por su puesto que se tendrán que pedir responsabilidades, por su puesto que tenemos que quejarnos y señalar las actuaciones indebidas, sin embargo, hay formas y formas.

Recordemos que el enemigo no es el español que tenemos enfrente, es la crisis venidera.