Más templanza y menos papel higiénico

.

Llegó el necesario confinamiento y nos pilló haciendo acopio de todo lo que compramos cada 15 o 20 días por lo que pudiera pasar. Muchos llenaban sus carros desesperadamente y el papel higiénico desapareció de los supermercados.

Estábamos dispuestos a aguantar aquella orden con disciplina militar si era necesario. Pero nadie fue consciente de que lo verdaderamente necesario era un buen stock de templanza, de esa que gana orejas en las plazas de toros. No sabíamos que nuestro enemigo no solo era el virus, este pequeño y complejo asesino, también este gobierno borracho de poder que sentó a su lado a los podemos como si de “la cena de los idiotas” se tratará y, como tales, quieren acabar siendo quien les saque los colores de su hipocresía, de su sectarismo, su ineptitud y sobre todo, su falta de empatía con el resto de seres humanos.

Hemos llegado al punto, del 27 de abril -momento en el que escribo estas líneas-, de no saber si el número de muertos son 23.000 o los más probables 35.000, tenemos unos 5.000 muertos menores de 75 años, 50 de personal sanitario, pero siguen contándonos que es cosa de viejitos y todo sin declarar luto oficial, criticando las lágrimas de Ayuso por los muertos y dejando que los niños disfruten de nuevo en las calles, en una suerte de nueva versión de La vida es bella.

¿Qué tanque nos van a regalar Sánchez y compañía cuando salgamos del confinamiento? ¿Será el tanque que nos dispare como en Tíananmen a los que mantengamos la voz para criticarle?