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En estado de emergencia

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La humanidad parece estar en peligro. Tras la aparición del coronavirus el mundo ha decidido parar, y no sólo parar, sino parar a la fuerza, con ello ha volatilizado la movilidad en el espacio europeo y en el espacio aéreo mundial, y en muchos países, se ha recluido por decreto a gran parte de la población en sus hogares y recortado las libertades públicas.

Parecería como si de pronto hemos caído en brazos de regímenes autoritarios, que de un plumazo han borrado, para salvarnos, todas nuestras libertades azuzados, en primer lugar por su propia incompetencia y en segundo lugar por el miedo y el afán de supervivencia.

Hasta el momento se desconoce con exactitud la verdad sobre la aparición del actual coronavirus. Se sabe que se ha generado, en la ciudad de Wuhan en China, pero no cómo se ha generado, o al menos, se mantiene sepultada la verdad por la dictadura comunista que allí gobierna. A este respecto Sonia Shah periodista de investigación señaló recientemente en The Nation, “los virus que saltan de sus animales anfitriones, a los que no causan daño, a los humanos, a quienes sí lo hacen, se han vuelto cada vez más frecuentes porque los humanos están invadiendo los hábitats de la vida silvestre al talar los bosques”.

Otra tesis notable, como la del Dr. Thomas Cowan, alega que los virus son una intoxicación que atribuye a saltos cuánticos en la electrificación de la Tierra a la que hoy veinte mil satélites están emitiendo radiaciones, y esto es algo que no es compatible con la salud, y añade, la ciudad de Wuhan donde se originó, el virus es la primera ciudad del mundo totalmente cubierta de 5G.

También los análisis actuales indican como culpables de la difusión de esta pandemia, a la fluida interrelación entre humanos debida a la globalización del capital, que llevan la producción a los países con menor coste, así como al transporte de mercancías y personas, debido a la cada vez más libre circulación de bienes, capitales y personas.

Lo que los analistas no ponen de manifiesto suficientemente es la importancia del factor demográfico en la aparición de esta pandemia. Los más de siete mil millones de personas que desbordan el planeta y cuya capacidad depredatoria del medio ambiente es manifiesta, y el sistema establecido de producción, la sociedad de consumo como solución, y el modo de vida (que incluye la movilidad global) individualista como liberación, pueden constituir la base matriz donde surge.

Como nos enseñan los biólogos que se ocupan de las aves y mamíferos criados industrialmente la mera convivencia en espacios finitos y el sistema de alimentación generan, de manera natural, una serie de enfermedades contra las que hay constantemente que luchar para disminuir la morbilidad, por lo que cabe preguntarse: ¿no será que algo similar afecta ya a la raza humana? Recordemos que la mayoría de la humanidad vive en ciudades culturalmente heterogéneas.

Las consecuencias políticas, económicas, culturales y sociales de esta pandemia serán importantes, Slavoj Zizek, el filósofo esloveno, afirmaba hace poco en una entrevista al periódico El Mundo, que la epidemia a la que nos enfrentamos es "un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista global".

Otros expertos como Walden Bello, economista filipino del Instituto "Focus on the Global South", con sede en Bangkok afirma que un hecho de esta naturaleza tendrá como consecuencias la desglobalización. La desglobalización, escribe, “es, en esencia, una perspectiva ética. Prioriza los valores por encima de los intereses, la cooperación por encima de la competencia y la comunidad por encima de la 'eficiencia'". Esta perspectiva se traduce en "economía efectiva, que fortalece la solidaridad social al subordinar las operaciones del mercado a los valores de equidad, justicia y comunidad ...".

Luigi Ferrejoli, experto constitucionalista, indica que es el momento de redactar una Constitución de la Tierra, para poder gobernar, a nivel mundial, los retos que tiene hoy la humanidad. "La pandemia –con su “terrible balance diario de muertos”— hace aún más visible y urgente la carencia de instituciones globales adecuadas”. Retos que además comprenden el cambio climático, las armas nucleares, el hambre, la falta de medicamentos, y el drama de los migrantes, según manifestaba hace días en una entrevista al diario El País.

Desde hace décadas los sociólogos Ulrich Beck y Bauman han advertido sobre la contradicción flagrante entre nuestra situación, ya cercana, por la globalización al cosmopolitismo, y la ausencia virtual de una conciencia, una mentalidad o una actitud cosmopolita.

Y en Retrotopía su ultimo libro publicado en 2017, Bauman finaliza su escrito con estas palabras: “Los habitantes humanos de la Tierra nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común”.