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¿Podría España llegar a ser la Alemania del Sur?

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Decía Einstein que lo más importante era no parar de hacer preguntas. Pero dichas preguntas no son las preguntas que a determinada edad no paran de hacer los niños, volviéndose insoportables y pesados, pues son preguntas que suponen un método y una estrategia previa.

La estrategia de Einstein era diseñar una física relativista buscando su analogía funcional con la física clásica de Galileo y Newton. En tal sentido, sus preguntas iban orientadas por dichas analogías previas, de tal forma que, al comparar, surgían diferencias que permitían plantear nuevas preguntas, las cuales llevaban a nuevas comparaciones, en un proceso transformador que abría nuevas e insospechadas formas de ver e interpretar los procesos del mundo físico.

Fue Ortega y Gasset principalmente quien dejó de seguir la tradicional comparación imitadora de España con Francia, para buscar la imitación de la Alemania moderna que en su época estaba emergiendo, ya como gran potencia. Pero Ortega no pretendió una mera imitación “reproductora” de lo alemán, frente a tantos que le acusan de esto sin haberlo leído suficientemente, sino una imitación creadora o productora de una necesitada modernidad española.

De ahí que su famosa pregunta, "¿qué es España?", sea planteada en analogía con los famosos Discursos a la Nación alemana del filósofo Fichte. Así, siguiendo el hilo conductor analógico, se pregunta cómo hacer la Gran Reforma política en España, observando cómo, a diferencia de lo que ocurrió en Francia, en Alemania surge la Nación política en la República de Weimar tras la decadencia de su Imperio.

Alemania se organiza entonces en República Federal con sus Länder, por ello España, tras la pérdida de su Imperio, debía modernizar también su estructura estatal acabando de generar la Nación moderna, que ya se había proclamado en Cádiz, con una división igualitaria, Autonómica de su Estado, como los Länder de Alemana (la fórmula de “café para todos” de Suárez es la igualdad autonómica que propuso Ortega) y no con autonomía solo para Cataluña, Vascongadas y Galicia como aprobó la II República.

Pero, marcando la diferencia entre Federalismo y Autonomismo, que Ortega señaló en un famoso discurso en las Cortes de la República, por la existencia de un Estado ya unitario en España desde los Reyes Católicos, frente al atraso histórico en la unificación alemana. Pues el Federalismo en Alemania era positivo en tanto que centralizaba y unificaba poderes soberanos dispersos, mientras que en España el Federalismo sería un retroceso en tanto que trataba de romper una unidad soberana ya existente.

Todo esto está de nuevo de inquietante actualidad porque no se han seguido los consejos de Ortega y se ha cedido soberanía y determinadas Competencias, como la Educación, a las Autonomías. Pero volvemos a preguntar: ¿Por qué no se ha seguido a Ortega?

Respuesta: por la vuelta de unas élites meramente imitadoras, antes de lo francés y ahora acríticamente de lo alemán, impulsadas ya desde la influencia de Willy Brandt en el PSOE de Felipe González. Hoy, ante el rumbo catastrófico que ha tomado la Democracia española, con riesgo de ruptura de la Nación, se ha abierto la posibilidad de una reflexión sobre el fracaso de estas élites.

El éxito de María Elvira Roca Barea con su libros Imperiofobia y Fracasología, así lo atestigua. Pero, ¿hay élites de recambio para estas, meramente imitadoras y reproductoras de lo de fuera? Creemos que, por ventura, sí las hay, aunque están marginadas por el poder dominante. Son ya élites propias de una sociedad moderna.

Son esencialmente dos: las élites filosóficas que sustituyeron a los teólogos medievales y la élites de empresarios banqueros e industriales que sustituyeron a los guerreros y señores feudales. Las filosóficas se empiezan a desarrollar con Unamuno y Ortega. Continúan, ya desde el final del franquismo, con la obra de Gustavo Bueno que parte, no ya de escolásticos tomistas, aunque los conozca y estudie, cuanto de Spinoza, el gran filósofo moderno judeo-español interpretado al modo materialista dialéctico marxista de moda en los años 70.

Por ello, gracias al esfuerzo titánico de los Unamuno, Ortega y Gasset, Gustavo Bueno y otros, algunos españoles hemos empezado a amueblar y poner un nuevo orden en nuestras cabezas pensantes, más adecuado a la moderna situación en la que nos encontramos. Esta sería pues, la base para renovar las élites pensantes.

Las élites económicas han tenido una irrupción más patente, pues España ha conseguido una alta penetración y crecimiento de sus grandes bancos y empresas industriales en Hispanoamérica y Brasil, situándose a la par con el propio EEUU en nivel de inversión, a gran distancia del resto de países. Ha producido también lideres industriales creadores de grandes empresas y bancos como Amancio Ortega, entre otros. Aquí están, pues, los vectores de una “Alemania del Sur”. Falta su conjugación política.