Blog del suscriptor

¿Navidad?

  1. Blog del suscriptor
  2. Opinión

No se sabe cómo hemos llegado hasta aquí. A modo de explicación se me ocurre que somos muchos. Somos demasiados, por eso Gea se tira a degüello sobre nuestros pescuezos respectivos con intenciones abiertamente aviesas. Gea nos quiere matar y lo logrará. Hay tantas bobadas en nuestro curriculum que solo se lavará con el exterminio de esta humanidad claramente idiota.

Muchas manifestaciones de masificación avalan lo antedicho. Como monos de imitación competimos gallarda y bizarramente a ver quien hace mas grande alarde de imbecilidad, idiocia y cretinismo.

No nos molestamos en pensar. Los mecanismos de apertura fácil de las puertas del Metro, por ejemplo, son masacrados por idiotas que lejos de mirar las indicaciones empujan bizarramente las puertas que se abren solas, hasta dejarlas escacharradas e inservibles para el fin para el que han sido proyectadas. Es un ejemplo de los miles.

La incorporación bárbara de festejos angloamericanos avala cuanto antecede, pero no quiero entrar en eso ahora. Quiero hablar de Navidad. Antes Navidad, era el día posterior a la Nochebuena y se celebraba en familia con nacimiento turrones y pandereta. Ahora Navidad empieza en Agosto o Julio cuando sale a la venta la lotería y casi en Septiembre empezamos a felicitarnos. Cortilandia y las luces de Navidad un mes antes.

No es de extrañar que el hastío se adueñe de cuerpos y mentes y se reniegue de tener que divertirse por obligación en días en los que muere el Sol para nacer y se echa de menos a tantas personas queridas. Los jóvenes salen después de cenar en Nochebuena, en vez de costumbres como la Misa del Gallo, así que los establecimientos de bebidas abiertos a las tantas. Fiestas que eran familiares desvirtuadas por el snobismo y el culo veo, culo quiero. Cuando llegan las fiestas de verdad estamos todos hastiados.

No solo en Navidad, en otros numerosos aspectos estamos desorientados, externalizados, mirando a nuestro alrededor o allende los mares, en vez de preguntarnos a nosotros mismos lo que quiero ser, lo que quiero hacer, cual es mi forma personal de divertirme, de celebrar, de compartir.

Es verdad que la austeridad es mucho menos divertida que el derroche y a ningún insatisfecho se le ocurre meditar para vencer su desolación interior, estando ahí el comercio abigarrado de ofertas tentadoras. Esa es otra. Antes el dinero se gastaba en comprar cosas buenas, duraderas, ahora da vergüenza ajena lo que llevan en abultadas bolsas llenas de saldos sucios y arrugados. Y digo yo: para vestirse de mendigos no hace falta gastar tantos cuartos.

En fin, desorientados, bastante idiotizados y Gea tirándose a degüello. Sigamos así, porque vamos bien. Hacia el abismo, claro.