Blog del suscriptor

Un planeta llamado Greta

Greta Thunberg este lunes en una rueda de prensa de jóvenes activistas climáticos en la cumbre del clima.

Greta Thunberg este lunes en una rueda de prensa de jóvenes activistas climáticos en la cumbre del clima. EFE

  1. Blog del suscriptor
  2. Opinión

El hasta ahora conocido sistema planetario entró en sorteo ante notario y el azar quiso que fuera la Tierra el astro elegido como ganador del primer certamen de planetas que se van al carajo. Y no será por escasez de mano de obra, qué sobrados andamos no solo en el INEM sino en número de semovientes humanos que nos encogemos de hombros a la hora de la verdad. Quiero dar a entender que si entre todos pasamos la mopa y le damos a diario con jabón casero la cosa puede tener arreglo. Se trata en dejar a nuestro planeta bien purificado y como los chorros del oro.

Dicho esto no queda otra que comenzar a desarrollar la terapia de salvamento que urge por continentes de aquí y de allá, pues una cosa es sentirse a salvo en lugares sin explorar y otra es dejar de actuar por aquello de la mentira de unos y de otros la verdad. Lo cierto es que en el sorteo ha salido la Tierra como bien podría haber sido cualquier pueblo de la sierra. Mientras se flirtea con el devenir de nuestra madre terrenal sale de su casa familiar una jovencita malhumorada y molesta con el mundo, razones no le faltan por sus múltiples muecas. Y es aquí cuando la historia tiene por nombre Greta.

Érase una vez una joven niña que un buen día se despertó siendo sueca – ¡hoy tengo jaqueca!- díjose echando la culpa al planeta. A su corta edad, y llevada por la maldad, viajó hasta la ONU a decir a los priores que todos son unos tunos. La cosa fue a peor cuando Donald Trump la ignoró, porque a la joven agraviada tan mal el desplante sentó, que al presidente una vil mirada le dedicó. A raíz de tal incidente y con la debida precaución, se comenta por la Casa Blanca que el señor Trump está bajo un impeachment o proceso de destitución.

Greta Thunberg no va al colegio, alguien le tomará los apuntes, pero me parece que lleva el curso con demasiados desajustes, tantos que ha decidido hacer lo que cualquier niño o niña hacen a su edad, cruzar el Océano en catamarán. Viaja gratis me consta y esto no parece casual, tampoco parece improvisado que otros lo justifiquen a su edad. Para mí que hay gato encerrado y grandes intereses están de su lado, pero ella se siente víctima a pesar de vivir en un sueño tan dorado. Cualquiera en su lugar lo haría -¡nos ha jodío mayo!- exclama otra activista con el pelo rapado -¡viajar por la careta y con todos los gastos pagados, solo lo hace la Greta!

Los papás de la niña de Estocolmo que un día se despertó en un país con buen PIB y mejor renta per cápita se frotan las manos: -¡Esta hija nuestra es el colmo!- Y como los parabienes se han puesto de cara, pues Greta decide lo que le viene en gana. Su ceño fruncido siempre en desagrado muestra al mundo que el planeta está acabado. Mete miedo allá por donde se pasea, no se sabe si por bien aprendido o impostado, pero quien no la venere el mal de ojo lo tiene asegurado, de ahí lo de Donald Trump con su asunto del reprobado. La niña siente asco por cualquier objeto contaminante, a cualquiera en su lugar lo mismo nos ha pasado, a nadie resulta agradable comerse un rodaballo envuelto en plástico y contaminado.

A mí me cae bien esta niña, no merece mayor riña que su falta de escolaridad. Mi enemistad la refiero a sus padres quietos al pairo y sacando rentabilidad. Aunque en Suecia la costumbre es ser independiente desde corta edad, en el caso de Greta no parece racional. De momento ha viajado alrededor de la influencia del capital, pero en tres cuartas partes del planeta, excluyendo el agua del mar, existen países con tanta pobreza que a sus gentes también convendría irles a salvar. Guerras, hambre o enfermedad son males de nuestra mínima generosidad y se espera con angustia al resto de la humanidad. ¿Quién mejor que Greta, para acudir a Nigeria, Somalia, el Congo, Yemen, Siria, Burundi o el Sudán? El planeta es de todos y para todos, incluidos 59 millones de niños, la mayoría de muy de corta edad, que lo único que reciclan es pobreza y falta de escolaridad.

Un mundo más sostenible es lo que todos queremos, pedimos y exigimos, pero también nos toca trabajar. Por eso, antes de que este planeta se convierta en un secarral, comencemos en prioridad a corregir desigualdad. Que hay que bajar los humos, el metano, los ruidos, el CO2, cuidar el medio ambiente y todo lo demás, obvio y nada que reprochar, pero si nos ponemos manos a la obra limpiemos antes el planeta de canallas, violadores, corruptos, mafias, e hijos de Satanás que con sus peores actos nos quieren arruinar. En fin, todos a una y sin mirar atrás, que el problema nos apremia, evitemos el desastre, faltaría más.