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¿Puede ocupar Vox el espacio de una derecha liberal?

El líder de Vox, Santiago Abascal.

El líder de Vox, Santiago Abascal.

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Lo más significativo de las últimas elecciones ha sido la irrupción de Vox, que dobla sus escaños, junto con el hundimiento espectacular de Ciudadanos, que perdía la mayoría de los que tenía. Un auténtico terremoto electoral que algunos interpretan como una tendencia hacia la polarización política extremista entre una extrema izquierda representada hoy por el Partido socialista de Pedro Sánchez y sus aliados secesionistas y una extrema derecha en ascenso representada por Vox. El espacio de centro liberal, que estaba ocupado por Ciudadanos, habría desaparecido quedando frustrada la denominada Tercera España, como ocurrió con la polarización de la II República. Esta es la posición que parecen mantener todavía muchos de aquellos votantes que vieron en Ciudadanos la esperanza de regenerar el actual sistema político ante el peligro secesionista.

No obstante el ascenso de Vox ha sido posible seguramente porque ha recibido votos procedentes de otros partidos, como el PP y el propio Ciudadanos principalmente. Ello solo fue posible realmente porque los que lo votaron de este modo no perciben en Vox un partido de “extrema derecha”, como la izquierda demagógicamente pretende. De extrema derecha es, y lo ha sido durante décadas, un partido como Falange Española que solo ha recibido unos cientos de votantes en las pasadas elecciones, pero no Vox en tanto que defiende la actual Constitución, la democracia política y la economía liberal capitalista. Ciertamente Vox acaba de nacer como quien dice y por ello se pueden admitir pronósticos sobre su futuro desarrollo en un sentido u otro.

El pronóstico que se intenta imponer mediáticamente, como si de un mantra se tratara, pues no se quiere entrar en debatir con el contrario, es el de que viene la “ultra derecha”. Pero, si no hay argumentación y contra-argumentación, dicho pronóstico es gratuito, es cuestión de fe, no de razón, como se decía antes. Por ello podemos arriesgar uno basado en razones, que siempre está abierto a la rectificación, si los tozudos hechos o nuevas razones nos obligan a ello. Vamos a arriesgar el pronóstico, como hipótesis de partida, de que Vox no es un partido de “extrema derecha”, ni siquiera de la derecha tradicional católica, apostólica y romana, sino que es un partido de la denominada “derecha liberal alternativa” que busca una España alternativa a las tradicionales dos Españas. Vox es de hecho el partido más liberal que hay hoy en el Parlamento, si nos atenemos a lo que hacen y no solo a lo que dicen el resto de los partidos, en tanto que rechaza leyes totalitarias como las de Memoria Histórica y una ley anti-constitucional como la de Violencia de Género, que los demás se tragan sin rechistar, impulsando además la aplicación de la Constitución contra el secesionismo y la politización de los altos Tribunales de Justicia.

Precisamente, una de las causas que condujeron a la guerra civil fratricida entre españoles fue la dificultad y el retraso de España en sustituir a una élite intelectual medieval, como era la Iglesia, la cual todavía en la Restauración decimonónica, que pretendió modernizar el país, ostentaba la mayoría de las cátedras universitarias, por una nueva élite científica e intelectual, ya entonces con importantes figuras como Ramón y Cajal, Galdós, la Pardo Bazán, Clarín, etc., que permanecieron marginadas por los políticos del famoso turno entre Cánovas y Sagasta. La organización de unas minorías intelectuales que asumiesen los principios de la sociedad liberal moderna había dado un paso muy grande, con respecto al siglo XIX, por obra de líderes intelectuales como Unamuno y Ortega. Pero el intento de reconducir la República, por la intervención de tales intelectuales, fracasó.

Hoy nos encontramos en una situación en que una nueva Restauración democrática está conduciendo a nuevos enfrentamientos, ya no tanto en torno a un radicalismo social organizado, sino en torno a la cuestión territorial y lingüística, con amenazas serias de secesión de algunas partes de España. Esperemos y confiemos en que la irrupción de Vox, y de otros partidos que busquen ocupar el centro demócrata-liberal, permita que el poder moderador de los votos de tales partidos se imponga, sobre las tendencias bárbaras, ignorantes y fanáticas, que amenazan con apoderarse de nuevo de los españoles. Un pueblo al que se pretende mantener alejado de la ilustración y el progreso por medio del monopolio de los grandes medios de comunicación, singularmente la televisión hoy dominada por la cultura de la banalidad y el entretenimiento. Es la única esperanza de regeneración que vislumbramos a corto plazo. A medio plazo se requiere una filosofía alternativa a la actual, que de nueva vida al pensamiento que debe presidir la necesaria crítica y rectificación de los errores cometidos, sin la cual debe abandonarse toda seria esperanza de regeneración y progreso.