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Políticos de hoy

Sánchez junto a Rivera, Casado e Iglesias en un debate

Sánchez junto a Rivera, Casado e Iglesias en un debate

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De toda la vida, siempre que se encendía la televisión para ver las noticias, se veía a señores enchaquetados y muy serios, eran políticos. Hoy podemos ver desde un rastafari, un hípster, otro en chaqueta y bambas y alguna que otra señoría ya trasnochado conservando aun el traje de chaqueta.

Los tiempos cambian, pero al parecer, los argumentos también. A nada que estemos repitiendo elecciones uno se pierde en quién es quién y qué es lo que defiende. Todo vale, cambia la estrategia, el mensaje, el votante objetivo y en algunos casos eslóganes contradictorios según el territorio donde se pida el voto.

Es habitual ver que no hay políticos que piensen que se puede defender algo más allá de su propia gloria y unos nada desdeñables sueldos públicos. En este sentido, el político arquetipo es, como ustedes ya saben, el Sr. Sánchez. Cambia de criterio como el que cambia de mechero, en según qué Comunidad Autónoma da un mensaje y justo el contrario cuando pone las ruedas del Falcon en el siguiente.

Pero para colmo, en las últimas fechas nos está regalando un alarde de españolidad inusitado en un personaje tan poco dado a “hacer patria”. Esta nueva cara no es sino una más de las mil caras que pone cuando se viene arriba, promete algo y luego no cumple, por ejemplo, el AVE en Extremadura, aunque también es cierto que en aquella tierra si quieres que cambie la política tienes que cambiar el sentido del voto, y no se les ve que estén por la labor.

Pues esa nueva españolidad del Presidente en funciones no es más que otra sobreactuación a la que nos tiene ya acostumbrados, da la sensación que no hay ningún asunto en el que no sobreactúa, y claro se le nota cuando habla que ni dice la verdad ni piensa cumplir lo que promete.

Luego tenemos al otro componente del frente popular, el Sr. Iglesias que anda con el “corazón partío” por las pirulas de Sánchez a todas sus propuestas y que ha desembocado en nuevas elecciones. Llegó a tocar con los dedos entrar en el Gobierno, pero se quedó finalmente en algo onírico, un sueño que se desvaneció cuando la Unión Europea le dio a Sánchez un tirón de orejas, avisándole que la experiencia ya vivida en Grecia no convenía a nadie y por consiguiente tenía que tomar otro rumbo.

Vaya, parece que a los comunistas del S.XXI no los quieren mucho por Europa, con declaración del Parlamento Europeo de resolución condenatoria del comunismo (2019/2819 RSP) incluida, “cosas veredes amigo Sancho que non crederes”.

Y ahora toca pasar por el supuesto-presunto-hipotético centro político, redoble de tambor…el Sr. Rivera, el cual ha sido bendecido con el don de la bilocación, es decir, poder estar en dos espectros políticos a la vez, hablando en plata, un día se levanta socialdemócrata y otro es más de derechas que el bigote de Aznar, con estos mimbres no hay quién se entere de qué propone ni de qué lado está, llegó a rechazar a Sánchez por lo civil y por lo criminal, y ahora dice que pactaría con él por responsabilidad.

Pues a mí me parece que la responsabilidad es algo transversal, como la ética, o se tiene o no se tiene, no se puede no tener, tener un poquito o tener mucha en función de la ocasión, se tiene siempre. Y seguimos dando un pequeño saltito y nos vemos al Sr. Casado, éste es muy de frases hechas, todo políticamente correcto y nada al azar, pues será el nuevo puño del PP, nuevo pero viejo ya que se ha traído a la vieja guardia de la etapa de Rajoy, será por eso que se ha ido más al centro.

Y por último, el mejor de todos, lo siento soy parcial, el Sr. Abascal que no ha movido ni una coma de su mensaje ni de su programa político, no ha cambiado sus ideas y proyectos. Puede gustar o no, se puede estar de acuerdo en todo, en parte o en nada, pero hay que poner en valor que es sincero, y eso, queridos niños y niñas, es lo más noble que un político europeo del este siglo puede hacer, se agradece. Podríamos ya exigir al resto esa misma honestidad, así no se frustraría las legítimas expectativas de la ciudadanía, pero visto lo visto poco se puede hacer, “alea iacta est”.