Sánchez el demócrata

Cruz y basílica del Valle de los Caídos./ Efe

Hace 44 años murió un hombre llamado Francisco Franco. Había regido los destinos de España, después de una guerra civil, iniciada, al decir de media España, por un golpe militar que cambió el orden constitucional. Al decir de la otra media, fue en defensa de la Patria, frente a una República, recibida con alegría y detestada al poco tiempo.

Empezó cuando unos políticos, pertenecientes al partido socialista, formando, con los comunistas, un frente de izquierdas, llamado Frente Popular, obtuvieron el poder mediante unas elecciones amañadas, después de un intento, en el año 1934, de iniciar una guerra civil, que solo tuvo apoyo en Asturias, donde murieron 1.500 personas y se terminó con la intervención del ejercito de la República.

Cuando murió, se puede decir que toda España, pasó frente a su cuerpo insepulto, a darle su último adiós. Fue un militar brillante; con 30 años el general mas joven de la República; Jefe del Estado Mayor del ejército; serio; contrario al levantamiento, al que se vio obligado, ante el asesinato de Calvo Sotelo, por el guardaespaldas del líder del partido socialista, Indalecio Prieto. Nunca se supo que se hubiera lucrado por su posición dominante durante los 39 años que duró su mandato. Algunos hablan de la gran fortuna que dejó, pero al que ha escrito un libro sobre ello, le oí identificar, el Pazo, unos miles de metros a las afueras de aquel Madrid, y el piso que utilizó su esposa. Salvo el Pazo, que fue un regalo, hoy no pagaría el impuesto sobre el Patrimonio.

¿Cuántos de nuestros gobernantes, dirían en su testamento, “deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal”. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones, como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria”.

Este hombre, del que se puede decir lo que se quiera, pero del que nadie, nunca, discutió su honestidad, va a ser desenterrado, como triunfo de una falsa democracia, - porque el pueblo no lo pidió – pregonada por un gobierno de enemigos de la misma Patria, que aquel siempre defendió. Por un gobierno que ha dictado una Ley, ad hominem, infringiendo el primer mandato de cualquier democracia, “todos somos iguales ante la ley”, y que ha llegado al poder cabalgando sobre la mentira, apoyado por filoetarras, separatistas y comunistas, que, olvidando al pueblo, a quién dicen servir, se agrupan buscando el poder en su propio beneficio ideológico, y, seguramente, económico.

Presidido por un mentiroso, amoral, que está comprando la Presidencia del Gobierno, con dinero público, mientras, al igual que hizo Zapatero, ignora que empieza a subir el paro, y bajan las expectativas económicas, hasta que, cuando deje el Gobierno, volvamos a estar arruinados, con un paro de cinco millones, que, al igual que tuvieron que hacer Aznar y Rajoy, Casado, o quién sea del PP, con Ciudadanos, se verá obligado a realizar recortes para que España vuelva a funcionar. Mientras, Sánchez y sus congéneres agitarán a las masas exigiendo salir de la pobreza que él generó.

Además, la democracia entraña respeto al disidente, al adversario político, al pensamiento de los demás, al hacer de otras generaciones que, con su criterio, tomaron sus decisiones, por lo que, desenterrar a Franco, no es el triunfo de la democracia, si no una acción miserable, porque para lograr, alentando el odio, unos cuantos votos, desprecia a una generación, que decidió el lugar en que debía ser enterrado, y ha sido respetado durante cuarenta y cuatro años, por toda clase de gobiernos.

Quién tomó la decisión de enterrarlo en el Valle de los Caídos, y el respeto a tal decisión de los gobiernos anteriores, ¿no eran demócratas?. Dime de la que presumes y te diré de lo que careces.

Sánchez, ha logrado su doctorado cum fraude, y su mezquindad cum laude, por lo que votarlo es volver al 2011 con el consiguiente paro, y demás circunstancias que conocemos. Ser de izquierdas o de derechas, es pura fantasía, hay que votar pensando en el nivel de vida que tendremos, dicho vulgarmente, teniendo en cuenta la cartera, que es algo más que dinero.