Blog del suscriptor

En el calor de la noche

Luz Casal. EFE.

Luz Casal. EFE.

  1. Blog del suscriptor
  2. Opinión

El caluroso verano español que vivimos este año produce noches de insomnio. Aunque aquí, en el norte asturiano, estamos un poco a resguardo, nos suele tocar alguna de esas situaciones sofocantes de calor, máxime por la gran humedad de la cercana costa. Adentrados en el calor de la noche, como en la famosa película, salimos al exterior de la casa, al césped del jardín y, recostados en un cómodo balancín, escuchamos el monótono y continuado chirriar de las libélulas y el canto de los grillos, y tomamos un refrescante cóctel de atardecer, una variante del famoso Negroni.

Buscamos algo de música en el iPhone y nos sale, entre nuestras canciones preferidas, "Un anno de amore", de Mina. Escuchamos su encantadora voz cuando dice: E di notte/ E di notte/ Per non sentirti solo/ Ricorderai/ I tuoi giorni felici/ Ricorderai/ Tutti quanti/ I miei baci/ E capirai/ In un solo momento/ Cosa vuol dire/ Un anno d'amore.

Nos sale también la versión de Luz Casal, la única entre las líricas españolas que la iguala por fin. Incluso el español, en su maravillosa voz, parece, sino más bello que el italiano, si más sublime y profundamente romántico, como en su famosísima versión de "Pienso en ti" de la película "Tacones lejanos", de Pedro Almodóvar. Adoro por ello la voz de Luz Casal, a la que escuché por primera vez en mi juventud en las noches de aquellos festivales del pop y rock de un Avilés que era entonces, con su potente industria, la locomotora de la industrialización española. Un laboratorio de la modernización social estudiado ya entonces por la Geografía Urbana de colegas de la Universidad.

Pero la siguiente canción vuelve a la maravillosa Mina. Esta vez es "Ancora, Ancora". Escucho emocionado: Confusione la tua mente/ Quando ama completamente si/ Con le sue percezioni/ Mette a punto le mie inclinazioni perché/ Io ti chiedo ancora/ La tua bocca ancora/ Le tue mani ancora/ Sul mio collo ancora/ Di restare ancora/ Consumarmi ancora/ Perché ti amo ancora/ Ancora, ancora, ancora... Me sorprende de nuevo la sensualidad de la letra porque pone el foco no en una mirada, o en unos ojos que enamoran, sino en la boca y en las manos precisamente.

Yo había escrito un artículo publicado en este Blog (La boca y las manos en el origen de la inteligencia) en el que decía que: "La mano, como ya sostenía Charles Darwin en El origen del hombre, ha sido la clave en la generación de la inteligencia propiamente humana, eso que otros denominan nuestra mente o espíritu. Pero hoy sabemos, por abundantes estudios etológicos, iniciados por el fundador de la Etología, Konrad Lorenz, que muchos animales, como perros, gatos, elefantes, delfines o ballenas, manifiestan una conducta, no ya meramente instintiva, sino propiamente inteligente. Sin embargo, dichos animales no poseen manos. Su adaptación y relación con el mundo externo se lleva a cabo con otros órganos de prensión, como la boca. Precisamente esta forma de coger o atrapar algo, sea para alimentarse, para atacar, para transportar una cría, etc., es la forma de prensión más extendida en el reino animal. En tal sentido Colin Mc Ginn (Prehension. The hand and the Emergence of Humanity, The MIT Press, 2015) propuso que, en el origen de la vida inteligente o “mental”, la prensión (prehension) de las cosas externas es crucial y que la prensión oral o bucal puede estar en el origen más remoto de la vida anímica o pensante al proveer una plataforma desde la que la inteligencia animal puede despegar y evolucionar. Pues la acción bucal es más originaria filogenéticamente hablando que la manual. En tal sentido la boca, señala MacGinn, es el origen último del pensamiento: "Thought came from the mouth". Son, por ello, la boca y las manos lo esencial para la aparición de un conocimiento superior al meramente sensible en la escala animal".

Recuerdo la tarde de invierno en que, después de terminar el artículo, me fui, como otras veces tras salir del trabajo, a relajarme a un bar donde me tomé mi cóctel favorito, el Dry Martini. Decidí realizar un experimento en relación con las investigaciones novedosas sobre las que había estado escribiendo el artículo. Así que mientras no paraba de observar a la camarera que, como una hermosa sacerdotisa oficiante en el templo de espirituosas y finas bebidas, preparaba otros cócteles, después de servido el mío, decidí no mirarle a los ojos, sino poner toda mi atención en los hábiles movimientos de sus manos y la sensualidad que se desprendía de su hermosa boca.

Las bellas palabras de Mina en "Ancora, Ancora" venían en el recuerdo tratando de fundirse con unas manos y boca reales, alimentando en mí una suerte de ensueño emocional, a la vez muy lúcido por que percibía ante mí la fusión de emoción y habilidad técnica, de belleza e inteligencia, a la que se le podía añadir la bondad que se desprendía del rostro de la amable sacerdotisa que seguía oficiando ante mí la estricta ceremonia de mezclar maravillosos licores.