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En funciones

Pedro Sánchez, durante la reunión con asociaciones de Igualdad.

Pedro Sánchez, durante la reunión con asociaciones de Igualdad. Efe

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El pasado jueves día 25 estuve hasta el último instante pendiente de una llamada de Pedro Sánchez, cosa que no tuvo lugar por razones que no vienen al caso. Mi exigencia para apoyarle lo era a cambio de crear el Ministerio de Funciones y nombrarme portador de la cartera para tal desempeño. O sea, ministro en funciones. Ni por esas. En septiembre me lo pensaré.

Visto que Sánchez seguirá en funciones, al igual que el país político y por añadidura todos y cada uno de nosotros, he optado por hacer inventario de una actualidad que rompa con la monotonía, dicho lo más correcto posible para no definirlo como el estar hasta los huevos camperos. Por cierto, que la cosa de las gallinas ponedoras trae de cabeza a ciertas animalistas-feministas. Ahora promulgan una movida a nivel mundial en contra de la explotación a la que están siendo sometidas estas aves por parte de los humanos y del propio gallo. Tanta es la solidaridad que la cosa deriva en una seria propuesta para que la civilización actual deje de comer huevos por entender que es una forma de explotar a las hembras. Es más, las feministas en cuestión califican a las mujeres que cocinan con huevos de traidoras de su propio género y antifeministas por no tener empatía con las gallinas y ser cómplices del patriarcado que las explota.

El feminismo animalista aspira a que todas las hembras de todas las especies sean iguales a los humanos, es decir, que de ahora en adelante las hipopótamos hembras sustituirán a Naomi Campbell, Kate Moss o Gisele Bündchen, por poner simples ejemplos en las pasarelas de moda. Los animalistas empiezan a promulgar el feminismo entre los animales y esperan que se proteja a las hembras de todas las especies, cosa que me parece muy bien siempre y cuando no me priven de ciertos placeres gustativos. Yo soy muy de espetos de sardinas y se me haría muy costoso tener que hincarle el diente a un sardino. Me resultaría bastante “espinoso” y créanme que allá cada cual con sus vertientes sexuales, pero poseo un tentador aprecio hacia la clase femenina.

Volviendo al asunto ese de las gallinas y por extensión feminista a eso de proteger a las hembras animales por aquello de la opresión que el ser humano ejerce sobre ellas,-debemos ser como dos gotas de agua, según reivindican-, diré que estoy de acuerdo y no seré yo quien deguste unos huevos fritos con morcilla de burgos sin darle gracias a cuantas especies contribuyen con sus grandes virtudes al plácet gustativo del comensal. Con esto no quiero eludir mi falta de sensibilidad a la hora de comer, pero es que las gallinas si ponen huevos lo es gracias a un gallo al que le sonrió la fortuna de venir al mundo dotado de cresta y un órgano reproductor que le permite aparearse hasta 30 veces al día. Con estos accesorios de serie ya me dirán como podemos cerrar el asunto ese de la igualdad entre especies.

Quiero contemporizar con este resbaladizo asunto por si acaso en septiembre Pedro Sánchez me llama y ocupo un cargo de responsabilidad, pero espero de aquellos que persiguen la igualdad total entre especies diversas entiendan que no es no. La mayoría de los clanes del reino animal, ya sean hembras o machos, se prestan a la francachela sin secretos de alcoba ni conflictos al llegar a casa porque la poligamia es un sentimiento carnal al estilo aquí te pillo aquí lo resuelvo. No digamos las gallinas con su promiscuidad más que conocida. En un gallinero se pace no por alcanzar una nota de corte en la selectividad aviar, sino porque la erótica de la raza es la que es.

No me imagino que un gallo pueda estar en funciones mientras las gallinas flirtean una detrás de otra con ánimo de encamarse con el John Travolta de las aves. Comprendo que la sociedad actual se está reinventando en diversos frentes, hay para todos los gustos, pero todo requiere un sosiego. Primero arreglemos la parte humana que nos toca más de cerca, ya saben, personas mayores aparcadas en puntos estratégicos de soledad, niños y niñas expuestos a mala vida, manadas que agreden y violan a mujeres, bullying escolar, exclusión social, acoso y malos tratos. En fin, seamos iguales a un rodaballo hembra, cuando éste sea capaz de darnos lecciones de moral fuera del agua. Aquí, en la superficie, bastante tenemos con solucionar lo nuestro como para que ahora vengan a tocarnos los huevos de gallina. Por fin una buena noticia, al señor Tezanos le han concedido una estrella Michelín por cocinar en el CIS el mejor plato del verano: “Barómetro al gusto con intención de voto al suspiro de Sánchez” Además sin reducción de Pedro Ximénez. Seguimos en funciones, no lo olviden.