Hay “personajes” que gritan, ensalivan el suelo de rabia; otras en “silencio” hablan sin rencor.
En esta sociedad “multinacional”, en la que estamos “comprimidos”, las realidades duelen a todos señor Iglesias y compañía (más bien loros voceros del jefe).
El dolor del trabajo “barato en el mundo” se puede solucionar. Son los gobiernos los que deben instaurar las normas y los derechos del trabajo. No son los empresarios.
Los empresarios, sujetos protagonistas de la inversión productiva, sólo tiene tres obligaciones: rentabilizar el capital, respetar sus obligaciones tributarias y cumplir con los derechos de todos sus trabajadores.
Hecho lo anterior, un empresario puede jugar su patrimonio en el casino, rellenar calcetines con sus ahorros o ayudar a mejorar la vida de sus conciudadanos...
La realidad, menos mal, tiene dos caras: La conocida como bazofia barata impregnada de envidia impotente... y aquella silenciosa que pasea pensando como reinvertir en su pueblo, en su comarca, en su país.
No digo nombres de “empresarios silenciosos” porque, quizás, por desgracia, se cuentan con los dedos de una mano.
Si podría decir las “listas de gallinas cluecas”, esas que quieren poner huevos y como no pueden se irritan, gritan, amenazan... en definitiva convierten su impotencia en odio, rencoroso y su discurso en izquierdosas proclamas, impregnadas de mentiras.