Aquí, la verdad, Sancho, no son molinos, son rufianes disfrazados de caballeros... Rufianes... Piratas en mares revueltos donde el agua triunfa si rompe, si suaviza fracasa.
“Imaginarium”, tienda de juguetes, juguetes disfrazados de sueños limpios... Quizás “Imaginarium” fue aquella epopeya del 78, capaz de sacar de aguas turbulentas una Constitución de unificación en la diversidad.
Hoy parece que han pasado siglos, nuestras instituciones son una especie de garabatos defenestrados... Por irresponsables... Por cobardes... Por insultantes... Por engreídos... Por chulescos... Por no respetar ni defender, siquiera, el derecho a una convivencia pacífica de todos los ciudadanos.
La calle habla o simplemente “farfulla” avergonzada de su propio voto. Voto inservible para servir. Voto sólo válido para que unos vivan a costa de los demás y otros, que se dicen constitucionalistas, vivan agazapados, cobardemente agazapados, incapaces de levantarse, plantar cara y gritar, sí, gritar: “Basta ya, señor Presidente del Gobierno, señora Presidenta del Congreso, cuando ustedes quieran poner a España en su sitio nos avisan y volveremos al hemiciclo”.