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La desaceleración es un hecho

Mays se ha reunido este martes en Berlín con la canciller Angela Merkel

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La desaceleración económica es un hecho. La economía alemana pierde impulso en sus crecimientos, llegando a registrar contracciones en diversos indicadores macroeconómicos. La locomotora europea comienza a desacelerarse, y con ella, el resto de países de la Zona Euro empiezan a notar las consecuencias y repercusiones del fenómeno.

Y es que, aunque muchos políticos no deseen verlo, la desaceleración que vive la economía es, como he dicho, un hecho. No son teorías conspiratorias por el aplanamiento de la curva de tipos –que también-, no son predicciones utópicas sobre una gran recesión futura; no es nada de eso. Es que las principales macromagnitudes que miden la economía global empiezan a reajustar a la baja.

Y es que, en términos de crecimiento económico, las principales economías desarrolladas comienzan a notar los signos de desaceleración económica. Índices PMI por debajo de los 50 puntos, paralización en la industria, destrucción de empleo, paralización en las nuevas subidas de tipos previstas.

Una serie de acciones que, el Banco Central Europeo, pronostican e intentan amortiguar una desaceleración económica pronunciada y estimular una economía que, por otro lado, se muestra cada vez más debilitada y asfixiada. El deterioro en el balance de riesgos a nivel global ha surtido efecto en el escenario económico, el cual, ante el exceso de incertidumbre, ya ha comenzado a deteriorarse.

Conflictos como la guerra comercial –aunque ya esté a punto de culminarse el acuerdo-, el 'brexit' o los excesivos niveles de deuda que soportan algunos países de la zona euro, así como la paralización de la actividad económica en China, han terminado lastrando un crecimiento económico que, a priori, se mostraba bastante optimista y esperanzador. 

Por otro lado, aludiendo a la guerra comercial, el bloqueo comercial que ha supuesto la imposición de aranceles entre China y Estados Unidos ha lastrado el crecimiento del comercio global, lastrando así las cifras de crecimiento. El comercio global, debido a su gran contribución al crecimiento económico, es un factor fundamental, por lo que el bloqueo ha agravado la situación.

A su vez, el deterioro en la cooperación internacional, como ya anunció Christine Lagarde, Presidenta del Fondo Monetario Internacional, ha provocado que, por motivos de intereses propios, la economía crezca de forma menos inclusiva, dejando países a la deriva y en situaciones críticas. Una cooperación que jugaba un papel fundamental en el crecimiento para los próximos años.

También, como hemos comentado, la ausencia de entendimientos que pongan el punto y final a la situación que vive Reino Unido con Bruselas, y sus conflictos con el 'brexit', añaden una incertidumbre y un incierto futuro sobre lo que ocurrirá con el Reino Unido, así como con el pueblo británico; el cual se muestra expectante ante las decisiones de Theresa May.

Como digo, un tortuoso escenario político que solo aporta pesimismo y negatividad a la economía mundial. Por ello, los organismos ya han comenzado a reajustar sus proyecciones sobre el crecimiento económico, a la baja, ante el escenario que se presenta para los próximos años. Unas proyecciones que, cabe añadir, no son definitivas, pues de encontrarse las vías de entendimiento podrían verse modificadas y sufrir nuevos repuntes alcistas.

Si analizamos los ritmos de crecimiento previstos para el próximo año, éstos muestran claramente la desaceleración económica. Los reajustes son más pronunciados de lo esperado y distan mucho de los arrojados durante el año pasado. Además, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras en 2018, el ritmo de crecimiento del PIB Mundial arrojaba ritmos del 3,7%, para el año 2019 se espera que este crecimiento se reduzca en un 0,2%, situando los ritmos de crecimiento en el 3,5%.

A nivel individual, en el caso de Estados Unidos, la economía mostrará unos ritmos de crecimiento cercanos al 2,5% para 2019, y al 2% para 2020. Un crecimiento que distará mucho de ese anualizado 3,5% que veíamos el año pasado. Para Europa, esta crecerá a ritmos inferiores al 1,5%. Un crecimiento que, al igual que ocurre en Estados Unidos, dista mucho de ese 2% que vimos el pasado año.

En el caso de China, como con todo, la situación es distinta. Debido a sus elevados ritmos de crecimiento, el impacto de esta desaceleración moderará notablemente sus ritmos de crecimiento. Para el 2019, las proyecciones para el país sitúan el ritmo de crecimiento en el 6%. 0,6 décimas por debajo del registro anterior, el cual ya mostraba el peor ritmo de crecimiento para China de las últimas tres décadas.

Como vemos, no es cuestión de entender, es cuestión de asumir. La economía se desacelera y la actuación de los organismos y autoridades es más que necesaria si se pretende revertir la situación. Una paralización en la subida de tipos no basta si no se abordan las reformas estructurales necesarias. Que, por último, de no darse, seguiremos allanando el terreno para futuras recesiones.