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La intencionalidad en las interpretaciones

Rivera, Imbroda y Marín en un acto.

Rivera, Imbroda y Marín en un acto. Efe

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La gran virtud que supone ser objetivos en las interpretaciones tiembla cuando, primero los "voceros bien pagaos", después "la cla con capucha o pasamontañas" y para terminar "los organizadores interesados", deciden definir "subjetivamente" las ideologías y las formas de "otros grupos o partidos legalmente elegidos".

Tener la "intención" de llenar los espacios públicos e intentar quemar la calle "de todos" se consigue, por desgracia, utilizando la "interpretación subjetiva" en todo proyecto social, que deseando un cambio, a mejor, y una justicia paritaria, lo manifiesta con "firmeza".

Ya no es solo error o equivocación sino una gravísima falta de moralidad trasladar a la ciudadanía la ideología de otros, "interpretando con intencionalidad interesada" su discurso político.

No es buen camino que un "Gobierno" comente y critique con discurso "muy interesado" los acuerdos, buenos, regulares o malos, de "otros partidos"... porque ese "Gobierno" se olvida que es el Gobierno de todos... 

Analizar, criticar, comentar, demonizar o alabar es misión, en igualdad, de todos los partidos, no del Gobierno de la Nación.

La lepra de una sociedad no es un "ente volátil", no, son los "ciudadanos utilizados" y "bien pagaos" que, sin moral política, expanden sus discursos condenatorios e inquisidores con intencionalidad en todas sus interpretaciones.

La intencionalidad en el discurso social no hace bueno al crítico sino que le convierte en tonto útil o en "listo bien pagado".

Resumiendo, ni Vox, ni Podemos, ni Ciudadanos, ni Partido Popular alcanzarán "metas sociales" si todos los discursos, de unos y de otros, son interpretados con intencionalidad interesada.

El derecho es el derecho de todos y cada uno de los habitantes de un país sin interpretaciones. El abuso, por interpretación intencionada e interesada, no es un derecho, sino una corrupción.