El votante es dueño de su voto en democracia

Santiago Abascal en un mítin de Vox. EFE

Las elecciones a la Junta de Andalucía del día 2 de diciembre han provocado una suerte de declaraciones, a cada cuál más incomprensibles. Días después celebramos la proclamación de la Constitución Española en su 40 aniversario. La democracia es el sistema de organización política de España. Su máxima fortaleza es promover la alternancia en el poder Legislativo y Ejecutivo a diferentes formaciones, de acuerdo a los resultados electorales, evitando la confrontación violenta entre los ciudadanos. Algunos representantes de formaciones políticas han llamado a la moviliación. ¿Qué hace el Estado?

Pablo Manuel Iglesias Turrión, líder máximo de Podemos y sus “confluencias” de partidos y partidas de izquierdas extremistas, según ellos se definen, comenzó diciendo:

        —En nombre de Unidos Podemos: alerta antifascista. Organizaciones feministas, de trabajadores, plataformas de afectados por la hipoteca, movimiento estudiantil, colectivos LGTBI, organizaciones de pensionistas. Toca movilizarse para defender las libertades, para defender la justicia social, para defender la fraternidad y, en última estancia, para defender la democracia.

Pero, ¿qué es el fascismo? Fue un movimiento político y social que surgió en Italia tras la finalización de la Primera Guerra Mundial. Se basa en un Estado todopoderoso. El Estado ejerce su autoridad a través de la violencia, la represión y la propaganda, incluyendo la manipulación del sistema educativo. Se olvidan, aquellos españoles que lavan más en rojo que el resto -disputas socialistas y comunistas-, que el Fascio proviene de una escisión del Partido Socialista Italiano. Aquél joven Benito Mussolini defendía que el socialismo debía ser “marxista, internacionalista e inflexible”. Fue expulsado por su rechazo a las tesis no belicistas del partido.

La tesis de Pablo Iglesias, el actual, se encuadra contra el éxito del partido Vox. Acusa a 300.000 personas de haber variado el sentido de su voto en las elecciones. Es decir, la culpa es de alguien que no puede defenderse en ese mismo momento, en lugar de tantear sus propias propuestas. El dueño del sufragio universal es el propio ciudadano particular en una democracia, al contrario de las dictaduras, sean socialistas o comunistas, que aún perduran en el mundo.

Los llamamientos del líder de Podemos originaron algunas manifestaciones en ciudades de España: destrucción de mobiliario urbano y FCSE para contener a esos energúmenos. Sí, también se han producido daños en algunas sedes del partido Vox y un par de sus afiliados fueron heridos de diversa consideración.

La legislación penal en España se circunscribe a todos los ciudadanos. El delito de odio se da cuando cualquier infracción penal se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo. En ese grupo se puede encuadrar la adscripción política, como libertad de pensamiento o ideología.

Los continuos llamamientos de los políticos de una ideología a realizar actos de sabotaje, acoso e impedir la libre manifestación de ideas o reuniones son contrarios a la Ley. Esos parlamentarios descuidan sus soflamas en ámbitos donde no tienen impunidad. Habitualmente poseen esa protección cuando se manifiestan desde la tribuna parlamentaria, escaño o votando en las sesiones de las Cámaras. Pero, a día de hoy, la mayor parte de esas arengas se producen fuera de su posición. Además de los constantes discursos a diario, los fines de semana continúan vertiendo su verborrea.

La valentía de los miembros de Vox está fuera de toda duda. Se han enfrentado en acciones para reclamar la soberanía de Gibraltar al Reino Unido; sus servicios jurídicos presentaron demandas penales contra los ciudadanos que provocaron el Golpe de Estado en Cataluña hace un año. Si de algo estamos seguros en esta España del año 2018 es tener como referente en el respeto de la legalidad a esa formación política.

Esa “alerta antifascista” se lanza desde alguien cobarde, cuyo seguimiento de las movilizaciones será desde el sofá en un casoplón de la zona norte de Madrid. Sí, lector, esa persona se vanagloria de ser colega de los más desfavorecidos y cuyo gusto por la cerveza de “4 euros” parece estar fuera de lo normal.

Conviene recordar la “alerta antifascista” producida en 1934. Las elecciones significaron un auténtico castañazo para las “izquierdas”. De hecho, esa opción política manifestó “el reparto parlamentario no es proporcional a los votantes”. ¿Cuántas similitudes estamos viendo en nuestros días?

La acción de la Justicia ha de ser rápida y audaz. Ni se entiende que sea más caro saltarse un semáforo en rojo que dar un Golpe de Estado; ni se comprende cómo llamar a la movilización contra unos resultados electorales dentro del ámbito democrático sea más barato que comprar “unas cervezas de las caras”. Quizá vea peligrar de manera inminente su posición en política, así como financiar una casoplón con el sueldo de profesor interino en una universidad pública.