Alemania y la seguridad en los mercadillos navideños

En la calle hace frío y podría nevar, ¿a quién le interesa? Ya es Adviento y en cualquier ciudad de Alemania, ya está puesto el mercadillo. Luces, estrellas, figuritas de madera, vino caliente con canela (Glühwein) y galletas de Navidad (lebkucken) están esperando. Otro nuevo aliciente para no perderse son los churros con chocolate caliente que también se dejan disfrutar bajo el frío. La globalización va marcando el paso, incluso en las tradiciones navideñas.

Pero desde el año pasado han empezado a formar parte del decorado navideño bolardos de hormigón y sacos de arena. Éstos, se han colocado como protección a la entrada y salida de los mercadillos más concurridos, para evitar que suceda un nuevo atentado terrorista como el que sucedió en 2016 en Berlín. En él murieron 12 personas y 70 resultaron heridas al ser arrastradas por un camión, que entró a toda velocidad cogiendo por sorpresa a autoridades y público.

Ahora los mercadillos se han blindado, se protegen con cámaras que observan desde muchas esquinas y policías que patrullan sin alarmar a los visitantes. Además, se ha contratado seguridad privada y funcionarios de los servicios del orden dan apoyo a la policía local. Alemania no escatima en medios para garantizar la seguridad ciudadana.

El público en general se siente protegido y se mueve sin miedo. El atentado no ha minado sus ganas de salir a disfrutar. Con esta actitud, la población quiere atestiguar que su estilo de vida y su cultura no se dejan chantajear.

En los mercadillos, el público es variopinto: familias con niños, jóvenes en grupo, la mayoría con una taza de vino cliente entre las manos, ajenos al frío. Disfrutones deleitándose de la época más romántica del año, que en Alemania nadie quiere perderse. El objetivo del mercadillo es: comer, pasear, beber, comprar y por supuesto dejarse ver.

Los Mercados de Navidad nacieron en Alemania a mitad del siglo 17 en 3 ciudades evangélicas: Berlín, Frankfurt y Dresde. La costumbre se extendió rápidamente por las ciudades más importantes y de ahí a toda Centro Europa.

Hoy se puede decir que cada ciudad en Alemania tiene su mercadillo, la cifra ronda los 1.500, con 85 millones de visitantes y una cifra de casi mil millones de Euros de facturación. Los mercadillos se han convertido en un fenómeno de masas y desde el año 2000 se ha incrementado las visitas en un 70%.

Ningún mercadillo es igual, en Múnich se pueden degustar sus famosas salchichas blancas con mostaza dulce, en Hamburgo el mercadillo está instalado a lo largo del iluminado lago y la humedad traspasa los huesos como una buena compañera, pero el ambiente es tan romántico que se sobrelleva estupendamente. 

Hay algunos mercadillos con temática, tipo los medievales. En éstos, los expositores y parte del público van vestidos de época. El ambiente retrotrae al visitante, escenificando actividades como baños en toneles con agua caliente, que a pesar del frio, encuentran pupilos que quieren disfrutar del agua. Se escenifican también teatrillos y obras con marionetas y para los valientes y forzudos cortes de leña con hacha. 

En Berlín se pueden visitar varios mercadillos en los barrios más emblemáticos de la ciudad. Los turistas disfrutan tanto como los locales, no solo de la degustación de especialidades navideñas, sino también del programa cultural que se organiza alrededor: conciertos, representaciones callejeras, proyección de películas y atracciones varias.

Diciembre en Alemania se disfruta en las calles, en plazas con historia, y los mejores lugares que son elegidos para instalar los mercadillos. El miedo no se deja notar. Las autoridades, aunque están en máxima alerta, han puesto todos los medios a su alcance para garantizar que el Adviento siga siento la época preferida de los alemanes.