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Adiós, Susana, adiós

Susana Díaz,  tras conocer los resultados de las elecciones al Parlamento de Andalucía.

Susana Díaz, tras conocer los resultados de las elecciones al Parlamento de Andalucía.

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La salud necesita equilibrio pero el equilibrio es imposible si a una gran agresión, como puede ser un cáncer, oponemos agua bendita, real, posmoderna o del PP.

La salud política en España no está “muy católica”, tiene algunas úlceras y enemigos agresivos y, así las cosas, es fácil entender la campanada de Vox en Andalucía, permitiendo, por fin, un gobierno no socialista.

Ninguna espera tan prolongada, “el parto la burra” que diría el castizo, como la de aquellos andaluces que nunca comulgaron con ese socialismo de opereta y clientelismo.  

Los andaluces han tenido que superar más años que el resto de los españoles de analfabetismo y poder señorial cuasi feudal, que podían hacer loable la lucha contra “los de arriba”. Pero se han vuelto las tornas por tanta corrupción de “los suyos” y verse vendidos a las proclamas de una ideología de género y pamplinera que maleduca a sus hijos, un socialismo que marca nuevas distancias entre vecinos, llena las calles de extranjeros con más derechos que los propios y, para colmo de cualquier alma serena, degrada su sentirse españoles, españoles andaluces marcados con toda la sensibilidad que otorga esa bella y rica tierra.

El cambio no es de equipo, el cambio es de campo de juego y, ahora, el árbitro no está comprado, y esa alegría, ese duende, ese arte, ese salero no solo valdrá para crear un folklore único y que se permite cambiar y transformarse en el tiempo. No sé si en el mundo entero existe algo similar, pero creo que es ese ser serio y pinturero a un tiempo, lo que tiene que impregnar cada rincón de Andalucía para cambiar la vida institucional sin cambiar sus esencias. Impensable si los votos emitidos no son utilizados para equilibrar sino para buscar enfrentamientos

Señores de la izquierda: no viene el fascismo, ni el machismo, ni la xenofobia, vienen las ganas de construir, de abandonar el barro de sumisión de 40 años de conformismo y corrupción. 

Vox no gobernará, como no puede gobernar el PSOE, sería un lastre difícil de soportar, pero todos son necesarios para que no salgamos de Málaga para ir a Malagón. El respeto, a cada ciudadano con su voto, guste o no, también es necesario para defender un cambio real, no un bandazo que pueda dar al traste con tantas ilusiones vertidas en las urnas.