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La tropa del gargajo

El presidente de Vox, Santiago Abascal y el secretario general Javier Ortega, en un acto en Málaga

El presidente de Vox, Santiago Abascal y el secretario general Javier Ortega, en un acto en Málaga

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La involución de nuestro sistema democrático quedó patente esta semana, cuando el representante de un partido, que ha dado un golpe de Estado, le echó un "lapo" al ministro de asuntos exteriores. Este hecho es la síntesis, y punto final, de un proceso de degeneración que viene sufriendo la política española en los últimos tiempos.

Por ocurrir todos los días, vemos como normales multitud de acontecimientos que van contra la lógica, el sentido común, la dignidad, la inteligencia, la igualdad o la justicia, y en consecuencia van contra los principios más elementales de cualquier sociedad moderna. Principios que hemos perdido.

En cuanto a las formas, nos hemos acostumbrado a que nuestros representantes se insulten en el Congreso, a que salgan a la tribuna en camiseta, con la camisa por fuera, con una chupa arrugada, en zapatillas, sin duchar, sin peinar, con greñas, o con toda suerte de artefactos reivindicativos (esposas, impresoras, carteles y pancartas).

Siendo la falta de respeto a las formas grave, lo más terrible es el fondo de la cuestión, es decir, las leyes que emanan de nuestro impresentable y gargajeante poder legislativo.

La tropa del gargajo, legisla, por ejemplo, para dar el título a los estudiantes que suspenden, para que el gobierno se apoye en golpistas en vez de convocar elecciones, para desaplicar el 155 y así quitarse de en medio, para no respaldar a la policía ni a la guardia civil, para que paguemos golpes de Estado con nuestros impuestos, para que no se estudie en español, para que los etarras manden en las instituciones, para que te estés comiendo un bocata de jamón y te llamen asesino, para que te increpen por ir a los toros, para desenterrar momias y enfrentar a los españoles, para criminalizar al género masculino, para regar con millones al lobby LGTBI en vez de apoyar la natalidad, para que si piensas que los niños tienen pene y las niñas vulva seas un extraterrestre, para que lleguen miles de inmigrantes ilegales diariamente a España y los tengamos que mantener con impuestos confiscatorios, para administrar el 50% del PIB, para dejarnos el 100% de deuda, para soportar el doble de paro que en Europa, para que se invierta en ideología de género en vez de crear industrias, para gastar en feminismo en vez de en I+D, para mantener 17 parlamentos plagados de corruptos y enchufados, para que no haya las mismas leyes en toda España, para que si te asaltan en tu casa y te defiendes vayas a la cárcel, para que te atraquen y suelten a los delincuentes, para que te insulten si eres cristiano, para que ultrajen al Rey, para que se suenen los mocos con la bandera de España, etc., etc., etc.

Ante este desolador panorama dicen las encuestas que VOX está creciendo, que tienen posibilidades de entrar en los parlamentos, que completan el aforo en todos los meetings y que cada día tienen más afiliados. 

La tropa del gargajo, consciente de haber llevado a España al borde de la desintegración, les llama fachas, franquistas, racistas, xenófobos, homófobos, insolidarios, retrógrados, carcas, ultras y populistas. Quieren vendernos que amar a tu país, mostrar con orgullo tu bandera, o querer la unidad y la igualdad de todos los españoles, es extremista y de ultraderecha. Controlan casi todos los medios de comunicación para difundir su pensamiento único, pero hay ya millones de españoles que no compran esta mercancía. El sorpresón que la tropa del gargajo se va a llevar en las próximas citas electorales (empezando por Andalucía) va a ser antológico.

Qué cara que se les va a quedar a los de lo políticamente correcto, a los que amasan fortunas mientras reparten solidariamente el dinero de los demás, a los que claman "welcome refugees" desde sus palacetes con seguridad privada, a los que defienden la enseñanza pública mientras gastan 4000 euros al mes en colegios privados, a los que reclaman pensiones públicas mientras suscriben millonarios planes de pensiones privados, a los que arengan por la sanidad pública universal mientras contratan carísimos seguros médicos.

Una nueva etapa se avecina en España, una etapa en la que los españoles, hartos de mentiras, corrupción, humillaciones e injusticias, van a ser los que escupan millones de votos a la cara de los que nos han llevado a la ruina, a la desintegración, al enfrentamiento, y al bochorno más espantoso. La tropa del gargajo está acabada.