El coleccionista de huesos

Día de Difuntos frente al nicho de los Franco en La Almudena

El Cid Campeador, después de muerto y según la leyenda, dio matarile a las huestes de Ben Yusuf. Aquí está sucediendo algo parecido sin necesidad de que Franco salga a la calle a lomos de Babieca y con la Tizona en ristre. El resurgir de unos huesos está creando tanta desazón en campo contrario que de ser un muerto recalcitrante ha pasado a ser trending topic a todos los niveles. Francisco Franco murió hace nada menos que 43 años, sin embargo parece mentira la segunda juventud de este hombre. También milita la hipótesis de la existencia más allá de la propia vida y la fe que en el caso del dictador justo es reconocer que cada vez toma mayor fundamento. Para los creyentes cierto es que nada sorprende que otra nueva vida mejor nos aguarde después, porque ciñéndonos en el hacer de la clase política en general, peor no puede ser. Ahora bien, no me negarán que lo de Francisco Franco no es tema para reflexionar.

No seré yo quien distraiga a unos y otros con Franco sí, Franco no. No es esa la cuestión, porque la historia nunca está para retroceder, sino para aprender de ella. Por consiguiente basta ya de jugar a los buenos y los malos y entre medias dar por donde el urólogo vierte sus conocimientos a través de oscuros pasajes, porque es la sempiterna cantinela que nos impide avanzar en el tiempo que preocupa y nos debe ocupar. El rencor encuadernado en legajos de algo que pasó hace más de 80 años es período más que suficiente para dar el relevo de una vez por todas a quienes quieren crear progreso y empatía con los nuevos proyectos. Así pues, mejor demos  paso a esa juventud que simboliza el futuro sin colorantes ni conservantes y que nada tiene que ver con el franquismo a Dios gracias. Lo contrario es como si quisiéramos llegar a Marte pero haciéndolo en lo alto de un borrico.

Los españoles que crecimos fuera de odios y en la no violencia, me incluyo y a mucha honra, fuimos educados para la serena convivencia, por eso no profanamos tumbas de nadie porque los huesos son los vestigios de un respeto fundamental que forman parte de la historia, del recuerdo y de sus emociones. Intentar ahora reescribir el pasado es un ejercicio de enorme pereza, sobre todo, y a buen seguro, porque los de un bando y los de otro tendrían motivos sobrados para no volver a morir dos veces por idéntica y estúpida sinrazón. 

Señor Sánchez, Don Pedro, o mejor dicho, señor Presidente del Gobierno, es usted muy libre de pensar a solas lo que le plazca, pero si ha tomado las riendas de este país, aunque lo haya sido por el procedimiento del tirón, haga un ejercicio de humilde constricción y deje de coleccionar huesos ajenos, sean de quienes sean, solo por respeto a la memoria de cuantos pagaron el precio del desorden civil que tan cruel y nefasto resultado tuvo lugar en España.

Seamos pues como los franceses con Napoleón o como tantos otros referentes impiadosos con la humanidad que a pesar de arrastrar con sus cruentas políticas a millones de cadáveres, hoy, sin embargo, sus sepulturas se guardan, ya sea como atractivo turístico o como convergencia cultural. Créame si le digo que en todos estos lugares la vida sigue hacia adelante impulsada por la idea de un mundo con futuro renovador, menos cosido a la piel de dos bandos. Los jóvenes de fiel provecho buscan la excelencia, el emprendimiento, otros retos, otras ciencias y otras metas. Temple gaitas, señor Presidente, usted sabe que la nuestra fue una guerra que perdimos todos, a pesar de que la ganara Franco.      

Por lo tanto, ruego a su Señoría que abandone el arte de la necrofilia dejando en paz este asunto de los huesos, porque la solución de nuestros males está en la osamenta de los vivos y no en la de los interfectos. A éstos, a buen seguro, les trae al pairo toda esta batucada, entre  otras razones porque los muertos no ejercen derecho a voto y descansan de tanta estupidez humana. Por cierto, creo haber dicho que Franco lleva muerto desde 1975. De buena tinta y por si acaso.