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Hemos asesinado a Madonna

Madonna en un concierto.

Madonna en un concierto. Reuters

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Sí, nos la hemos cargado, nosotros somos los culpables del fallecimiento musical y espectacular de Madonna.

Nosotros hemos sido los que con nuestras continuas inexpresiones y obsesión con las redes sociales conseguimos que no nos sorprenda nada... Ningún vídeo por fuerte o sanguinario, ninguna canción por potente e innovadora, ningún baile que marque tendencia sin connotaciones sexuales o agresivas, como antes, una melodía ochentera característica, bailable hasta por nuestras mascotas.

Hemos asesinado a Madonna, sus sorprendentes puestas en escena ya no sorprenden, lo hemos visto todo y más, sus rítmicas canciones ya no son rítmicas, ya no bailamos con dos pasos a los lados, hacemos piruetas extrañas pegadas al miembro viril y cuanto más te menees mejor. Ya no disfrutamos con las provocaciones, porque ya se ha provocado todo y más, no nos sorprende una reivindicación a la Iglesia con un Dios negro, ya no, ahora para tener el mismo efecto que la gente que disfrutaban de los 80’ tenemos que tener una dosis de irrealismo, populismo y enrevesadas quejas de rebeldía sin sentido extremas, que rozan el atisbo de lo ridículo.

Nos hemos cargado el auténtico sabor, la verdadera esencia de los '80 se esfumó como la espuma, ya no veremos a una Madonna agarrada del brazo de Michael Jackson, ya no vamos a una cabina telefónica a llamar a un amigo, ahora estamos 24h en un móvil mirando redes sociales, especulando y mirando morbo.

Es lo que nos llama, la nueva era de la tecnología, la gran era de las redes sociales; se acabaron las sorpresas, los esfuerzos y la autenticidad, todas imitaciones pensadas para perjudicar, para orientar a la sociedad de los pequeños a una tendencia, a una lucha o a un estilo de música y relaciones. Nos estamos volviendo zombis con ansias de carne y sangre, sin más sentido que mostrar que el puro y verdadero vicio del morbo.

Ya no se lucha para conseguir algo, para reivindicar y adaptarse a los tiempos, es lo fácil y lo que te dan hecho, lo que va por modas, pero sin sentimiento, quizá antes había un sentimiento para encontrar la respuesta porque todo era nuevo, estaba por descubrir y conquistar, la ropa, la tendencia, las cruces colgadas en las orejas, todo tenía un significado de reivindicación, verdadero. Llevar un corpiño en forma de pico en el pecho era un verdadero logro, siendo mujer, siendo cantante y llevando la voz que dirige, ahora hay que salir desnuda con cinco hombres alrededor y que suene reguetón para que marque tendencia.

Hemos asesinado a la Madonna que se supo adaptar a las épocas que supo estar al filo de la ola en cada momento para conquistar al nuevo público, las nuevas generaciones, a hacerte pensar y debatir, tenían mensaje; eso es, mensaje. ¿Qué mensaje tenemos ahora? El mismo, la misma facilidad y connotación de siempre, si no es política, es sexual, si quizá como antes, pero ahora ya lo sabemos, ya estaba inventado, ahora se trata de elevarlo a un extremo al cuadrado y que la gente crea que eso es lo que se debe hacer, que esa es la vida de un triunfador cuando no lo es.

Cuando Madonna le dijo al Papa Juan Pablo II que si quería ir a un concierto suyo pagara la entrada, lo hizo reinventándose, no había nadie que había pedido eso antes, lo hizo con un mensaje que transmitían sus fans, gastando verdaderos dinerales por ver a la artista en el escenario, mientras que otros por ser esos otros, tenían barra libre a ese show. Ahora no es así, el oportunismo de cualquiera hace mella en nuestros ídolos, en nuestra ropa y tinte, porque está de moda, ¿y por qué está de moda?, nadie lo sabe, es así de vacío sin mensaje.

Muchos tuvieron que aprender la lección con el castigo de la heroína, otros con grandes despilfarros del patrimonio y muchos otros con intentar conseguir algo muy grande para ser un ciudadano normal, y algunos lo consiguieron, otros no, pero al menos lo intentaron, ahora no se intenta nada, no hay pop/rock que sintonice nuestro día a día, con las mariposas en el estómago de enamorarte, con la ilusión de tener un walkman que nos permita oír música de nuestros cantantes favoritos, a eso me refiero, hace años era todo un laberinto de descubrimientos, de disfrutar al máximo sin estar pendiente de la notificación de Instagram o Facebook, de conocer en persona, no detrás de una pantalla, de bailar libre y con ritmo, ahora parece que bailar es algo relacionado con lo sexual, en general.

Madonna está enterrada, porque todo han entrado en la competencia de pertenecer a esa ola de la industria musical de la manera más llamativa y comercial, cada cual, con su toque personal, pero Madonna jamás volverá a ser aquella mujer que cantaba a una Isla Bonita. Ahora la competencia de la mujer más joven y transgresora está al orden del día, el tío que salga con más mujeres en la portada del disco también. Ya no hay sitio para los 80 y los 90, hay sitio para el más puro materialismo que en todos los tiempos se ha vivido.