Cuando la historia se cuenta de forma subjetiva produce el efecto contrario que se
busca, es decir, el enfrentamiento.
Cuando las personas con carisma de Estado se esconden en su “retiro bien pagado” y
tartamudean cuando se les pide que hablen, estamos comenzando a caer al precipicio
de las dos Españas y ellos son responsables.
Querer borrar los acuerdos de concordia del 78, que no de rendición, es permitir que
ciertas personas muy interesadas nos quieran llevar a los tiempos del absolutismo ideológico, del anticlericalismo sin sentido. A los tiempos del señalamiento personal, como en tiempo de Hitler. El silencio, hoy, de aquellos que se abrazaron, renunciando a muchos intereses personales y de partido, es muy responsable.
El Dios, que rodea este universo humano olvidadizo, tiene muchos nombres. Todos
pintados de fe, de caridad, de paz. Pero, algunos, de juventud egoísta, de traje a
medida, de futuro asegurado, de modernismo 'antitodo'. Algunos que han
comido, estudiado y trabajado gracias a la renuncia de muchos mayores, esos, hoy,
en nuestra España, sólo atacan a un Dios porque la cobardía no les permite entrar en
las Sinagogas, en las Mezquitas. También los ancianos firmantes del 78, son
responsables por su silencio.
Ante esta situación de 'antitodo' y ante tanta demagogia interesada, sus señorías
harían bien en hablar o solicitar que retiren todos sus retratos de todas las
instituciones.