Este otoño, ¿las enfermeras pisaremos fuerte?

Imagen de una playa. Jesús del Río

El tiempo vuela y, de pronto, nos percatamos que el verano toca a su fin. Ya empezamos a estar todos de vuelta, con las pilas recargadas. Los días de descanso me han servido para leer y escuchar, tratando de estar al día en lo que se cuece y ocurre en nuestra profesión. Intento, en la medida de mis limitaciones, aprender, abrir los ojos, interiorizar las ideas y opiniones de quien de verdad sabe, y alimentar el alma viendo cosas bonitas, "educando el ojo".

Soñar. Soñemos que podemos cambiar y creámonoslo; las protagonistas somos nosotras las enfermeras de a pie, olvidemos a tantos gestores que temen al talento (nos lo demuestran en el día a día) y hacen que la mediocridad se vaya implantando a cambio de favores y redes clientelares. El talento les da miedo, prefieren tener seguidores y no generar líderes. Ladran luego cabalgamos, avanzamos a pesar de los impedimentos y los palos en las ruedas que en nuestro quehacer nos vamos encontrando.

Hay ocasiones en las que "lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa". Tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort. Terminamos acomodándonos. Una cosa es no pensar en grande y otra aferrarse al "siempre se ha sido así". Si seguimos así, no avanzamos, se nos pasa la vida. Además en esa 'maldita' zona de confort, en muchas ocasiones estamos instalados en lo malo conocido, e incluso tóxico.

¿Qué tenemos miedo a perder? Seamos un poco kamikazes –siempre su derrota fue digna-. Qué triste el que pierde por el puro miedo a perder.

Somos un colectivo en el que en pocas ocasiones nos ponemos de acuerdo. Si hay una en la que si coincidimos es en la dificultad para hacernos visibles. Todavía persisten ciertos estereotipos que nada tiene que ver con lo que hoy somos y con la proyección que tenemos para el futuro. Entre todas nosotras queremos y tenemos que dibujar un viento que nos sea favorable. "Ningún viento es favorable a quien no sabe dónde va".

Hace tiempo que ya desterramos la percepción de que las enfermeras dejamos de ser una prolongación del servicio que los médicos dan a la población para estar hoy en día en un periodo de amplias funciones, crecimiento y enriquecimiento de la formación académica e investigadora, a través de los cuales vamos desarrollando nuestro propio cuerpo de conocimiento y avanzando como disciplina, aguardándonos un futuro con grandes expectativas y responsabilidad en la sociedad.

Que el conjunto de la población desconozca que hacemos las enfermeras, nos lleva a que no acudirán a nosotras para beneficiarse de los servicios que como profesión estamos capacitados para ofertar a las personas sanas o enfermas, individual o colectivamente.

Debemos, tenemos que reflexionar sobre lo que hemos logrado y donde estamos, para así poder definir bien lo que somos y lo que queremos ser y proyectar así a la ciudadanía.

Tenemos que dar voz a lo que somos. Si no somos capaces de hacerlo, mal vamos. La sociedad y otros profesionales no entenderán nuestra esencia y sólo nosotras seremos "las culpables".

Con toda la humildad , soy sólo un (buen) enfermero, no soy experto en nada. Soy un apasionado y aprendiz de todo, de todas las cosas que enriquecen mi vida, y desde esta magnífica ventana os lanzo un reto: liderar una serie de ideas positivas, que nos haga abandonar las de la queja, la incertidumbre o el pesimismo. Tenemos todo el potencial de las RRSS y las nuevas tecnologías que nos permiten ser nosotros mismos sin perder nuestra esencia. Seamos receptivos a lo que es bueno, bello y grande.

Abandonemos la idea de que el paso de los años nos hace viejos. Uno tan sólo se hace viejo cuando ha desertado de sus ideales. El tiempo vuela y, de pronto nos percatamos que el verano toca a su fin. Ya empezamos a estar todos de vuelta, con las pilas recargadas.

Los días de descanso me han servido para leer y escuchar, tratando de estar al día en lo que se cuece y ocurre en nuestra profesión. Intento en la medida de mis limitaciones, aprender, abrir los ojos, interiorizar las ideas y opiniones de quien de verdad sabe; y alimentando el alma, viendo cosas bonitas, “educando el ojo”.

SOÑAR; soñemos que podemos cambiar y creámonoslo; las protagonistas somas nosotras las enfermeras de a pie, olvidemos a tantos gestores que temen al talento (nos lo demuestran en el día a día) y hacen que la mediocridad se vaya implantando a cambio de favores y redes clientelares. El talento les da miedo, prefieren tener seguidores y no generar líderes. Ladran luego cabalgamos, avanzamos a pesar de los impedimentos y los palos en las ruedas que en nuestro quehacer nos vamos encontrando.

Hay ocasiones en las que “lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”. Tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort. Terminamos acomodándonos. Una cosa es no pensar en grande y otra aferrarse al “siempre se ha sido así”. Si seguimos así no avanzamos, se nos pasa la vida. Además en esa “maldita” zona de confort en muchas ocasiones estamos instalados en lo malo conocido, e incluso tóxico.

¿Qué tenemos miedo a perder? Seamos un poco kamikazes –siempre su derrota fue digna-; qué triste el que pierde por el puro miedo a perder.

Somos un colectivo en el que en pocas ocasiones nos ponemos de acuerdo, si hay una en la que si coincidimos es en la dificultad para hacernos visibles. Todavía persisten ciertos estereotipos que nada tiene que ver con lo que hoy somos y con la proyección que tenemos para el futuro.

Entre todas nosotras queremos y tenemos que dibujar un viento que nos sea favorable; “ningún viento es favorable a quien no sabe dónde va”.

Hace tiempo que ya desterramos la percepción de que las enfermeras dejamos de ser una prolongación del servicio que los médicos dan a la población para estar hoy en día en un periodo de amplias funciones, crecimiento y enriquecimiento de la formación académica e investigadora, a través de los cuales vamos desarrollando nuestro propio cuerpo de conocimiento y avanzando como disciplina, aguardándonos un futuro con grandes expectativas y responsabilidad en la sociedad.

El que el conjunto de la población desconozca que hacemos las enfermeras nos lleva a que no acudirán a nosotras para beneficiarse de los servicios que como profesión estamos capacitados para ofertar a las personas sanas o enfermas, individual o colectivamente.

Debemos, tenemos que reflexionar sobre lo que hemos logrado y donde estamos, para así poder definir bien lo que somos y lo que queremos ser y proyectar así a la ciudadanía.

Tenemos que dar VOZ a lo que somos; si no somos capaces de hacerlo mal vamos, la sociedad y otros profesionales no entenderán nuestra esencia y sólo nosotras seremos “las culpables”.

Con toda la humildad –soy sólo un (buen) enfermero, no soy experto en nada; soy un apasionado y aprendiz de todo, de todas las cosas que enriquecen mi vida- y desde esta magnífica ventana os lanzo un reto: liderar una serie de ideas positivas, que nos haga abandonar las de la queja, la incertidumbre o el pesimismo. Tenemos todo el potencial de las RRSS y las nuevas tecnologías que nos permiten ser nosotros mismos sin perder nuestra esencia. Seamos receptivos a lo que es bueno, bello y grande.

Abandonemos la idea de que el paso de los años nos hace viejos. Uno tan sólo se hace viejo cuando ha desertado de sus ideales…