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El misil

Un avión de caza Eurofighter del Ala 11.

Un avión de caza Eurofighter del Ala 11.

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Hoy les contaré una de guerra. Teniendo en cuenta que soy de poco belicismo, en mi haber lo más aproximado fue la instrucción cuando hice  la mili allá por 1971, unas veces en Cádiz y otras en África,  pues no me queda  otra que  reconocer mi impericia en estas cuestiones de armas y de enemigos. Y ya que cito al enemigo confieso que nunca supe bien de quien se trataba, eso sí, cada día el “Santo y Seña” lo cambiaban por si acaso. 

En este orden de cosas hoy me he enterado de que un avión militar español de maniobras por Estonia, ha disparado por error un misil. Curioso porque nosotros los españoles no somos muy de estas cosas, pero es que la carne se antoja  débil   y lo  de  pulsar el botón rojo de lanzamiento debe ser una tentación. Lo mejor de todo es que el proyectil no se sabe a dónde  ha ido a parar. Es un misterio, tanto que las autoridades recomiendan a los estonios  que cuiden mucho de andar jugando con él en caso de encontrarlo. Ya se sabe que hoy en  día la moda de hacerse selfies arrasa en las redes sociales.  

Comprendo que esto pueda pasar, son factores humanos y los misiles si no son para lanzarlos pues ya me dirán para que sirven. Ahora bien, que uno esté en Estonia o en un pueblo de Gredos  con la barbacoa y el tinto de verano y te caiga de arriba un regalo de 150 kilos de peso, en el peor de los casos puede provocar que se nos quemen las chuletas. Por el contrario, si no explota  y cae flojito como si tal cosa, pues resulta  que a lo mejor somos nosotros el enemigo y solo pretenden asustarnos.

-Un buen enemigo nunca da la cara, se le supone –me dice  un pastor de ovejas merinas, asentado  por el Gredos profundo. Y es cierto si recurrimos al eufemismo de las guerras modernas. Se cae un misil y como no explota el primero que se lo encuentre se lo lleva a su casa como recuerdo ¿quién es el enemigo? Prefiero las guerras de antes, esas de cuerpo a cuerpo en donde un adversario frente al otro contendiente se hablaban mientras trasteaban con sus espadas. -¡Oye, tú de qué pueblo eres!  – ¡De Bularros del Cerro! -¡Anda, qué casualidad,  entonces conocerás a tía Silveria! Una manera de relacionarse entre seres humanos y no como lo de hoy, que tiras un misil y si te he visto no me acuerdo.

La ministra Margarita Robles no creo que al piloto causante le vaya a formar  un Consejo de Guerra por lo sucedido. Recordemos que ella misma es un accidente del destino congresista; si hombre, eso de los pactos y las promesas para hacer que hacen y al final deshacen, pues eso.  No obstante, hay que tener en cuenta  que cuando un misil se cae por no usarlo viene a ser algo parecido a lo que sucede con ciertas partes del cuerpo humano. La naturaleza es muy sabia, no vayan a creer. Ahora mismo estoy debajo de una higuera y veo cómo los higos maduros se desprenden del árbol y caen de manera lastimosa, pero caen. 

Vuelvo con lo del enemigo porque me tiene intrigado. Hace tiempo estuve de corresponsal de guerra en las fiestas patronales de un pueblo de Castilla y León en donde se recrea una de esas batallas a modo de refrescar la historia de la guerra de los 30 años.  Espadas en todo lo alto y acción de cuerpo a cuerpo. Uno disfruta por aquello que ya les mencioné.  Los contendientes hablan de sus cosas e incluso pactan la manera de matarse: -“A mí cuando me mates hazlo flojito, que el pasado año solo te faltó quedarte con mi plan de pensiones, jodio”-  Lo mejor es que después  vienen esas suculentas comidas de hermandad con los pormenores  de la contienda: –“En mi vida he visto al enemigo. Mirad que llevo tiempo metido en guerras y nada”- ¿Cuántos enemigos creéis que habrá en la Tierra?  -Vaya pregunta la tuya, Desiderio. -“Pues yo conocí a uno que dijo ser enemigo desde bien pequeño, es más, su padre y su abuelo también lo fueron, -comenta otro. –“Pero eso pasa  porque hay familias desestructuradas”, –replica otro de los allí presentes. –“Para mí que eso del enemigo es un puro negocio, como tantas otras cosas”. –Cuánta razón tienes, amigo Senén, cuánta razón. Y la contienda finalizó cuando llegaron los manjares castellanos a base de lechazo asado en horno de leña y vino tinto de la tierra.

Según información reciente el misil español aún sigue extraviado, eso sí, por si acaso alguno de ustedes es el afortunado, se trata de un moderno misil AMRAAM, con 3,7 metros de longitud, un diámetro de 180 milímetros, 150 kilos de peso y un alcance de entre 75 y 200 kilómetros. No está confirmado, pero es posible que en uno de sus costados lleve dibujado el toro de Osborne y una flamenca. Lo cierto es que por unas cosas u otras, esto es un sinvivir.