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La decadencia de España

Llegada de 131 inmigrantes a Cádiz.

Llegada de 131 inmigrantes a Cádiz. EFE

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Tengo una mala noticia: ya ha comenzado el mes de agosto.

Los estados democráticos y de derecho del siglo XXI se basan en la fortaleza del cumplimiento de la ley. Las constituciones atribuyen el monopolio del uso de la fuerza en el Gobierno de la nación, quien delega en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado el mantenimiento de la paz en la sociedad. El territorio a defender comienza en las fronteras, que vienen a ser la primera línea de defensa de los ciudadanos. Imaginemos que nuestra casa no tiene puerta con cerradura, ni paredes ni ventanas con cerramientos para resguardarnos de aquellos individuos que pretendan sentarse a nuestro sofá.

La frontera sur de España, lindante con Marruecos, sufre periódicamente asaltos de personas quienes intentan acogerse a las medidas de gracia de nuestro país. ¿Sólo? No, esto es el inicio; su meta es Europa.

En primer lugar se debe un respeto a la ley. Con mayúsculas, dado que el respeto de las normas de convivencia de una sociedad comienza por respetar la integridad física de los ciudadanos. Esos ciudadanos a quienes los agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil -también miembros de la sociedad- protegen, ayudan y sirven de acuerdo al régimen jurídico de España y Europa -si bien algunas partes de la Unión parecen estar podridas-.

Los barcos navegan por el mar Mediterráneo próximos a las costas africanas de Libia para “salvar” a los emigrantes que a bordo de ellas intentan ganar costas europeas. Algunos de ellos son fletados por Organizaciones No Gubernamentales; incluso llevan a bordo a tripulantes famosos en respectivas artísticas o deportivas. Sin embargo, ¿a qué distancia están de África y de Europa? Se lanzan continuas noticias indicando que, con mucha frecuencia, se solicita ayuda desde las embarcaciones o se da cuenta de su posición cercana a la costa de ese continente. Por tanto, aquellos barcos “tan cerca” de la geografía del continente africano parecen más un eslabón de la cadena para transportar a las personas de un punto a otro, que el mero hecho “humanitario”. Es más, dada la proximidad, ¿por qué no regresan a las costas de donde partieron?

El traslado del buque “Aquarius” con 629 inmigrantes a bordo hasta el puerto de Valencia supuso un antes y un después este verano. Quizá la mayoría de los ciudadanos desconozcan quién lee el Boletín Oficial del Estado. En mi caso puedo decir que conozco a dos personas con dicha costumbre, ambos son periodistas. El resto, especialmente las mafias del tráfico de seres humanos, resumen todo ello en las noticias reproducidas en medios digitales, en lugar de los recortes de periódico de antaño. Ahora, los informativos se apoyan en la reproducción de las manifestaciones de los políticos. Hacen especial hincapié a los gobernantes y responsables de las instituciones del estado.

¿Saben quienes se embarcan entre las costas de Italia y África el esfuerzo diario de Salvamento Marítimo y Guardia Civil en la zona del Estrecho de Gibraltar? ¡Ah, claro, va en su sueldo! Recientemente el señor Ortega Smith de la formación política VOX comentó que “se están haciendo rescates de personas en embarcaciones neumáticas a escasos cientos de metros de las costas marroquíes por parte de buques españoles”. Tremendo. Algunos recordamos la saña de las autoridades del país “vecino” cuando apresaban barcos pesqueros en aquello de sus “aguas territoriales”, que eran liberados tras pagar cuantiosas multas. A fin de evitar dichos actos se firmaron acuerdos en materia de pesca, así como otros de preferencia de importaciones de sus productos hortofrutícolas hacia nuestro país, perjudicando con sus precios a los agricultores españoles. Por cierto, el 14 de julio pasado caducó el acuerdo entre la Unión Europea y dicho país africano, sin haber llegado a uno nuevo. La flota pesquera de nuestro país se vio obligada a “amarrarse a puerto”. ¿Recuerdan cuándo empezaron los asaltos a las vallas de nuestra frontera?

La mayor invasión de Ceuta, ciudad autónoma española, se produjo hacia las 06.35 h. del jueves 26 de julio. Lograron acceder a suelo español unos 800 inmigrantes subsaharianos, agrediendo a agentes de la Guardia Civil que defienden la frontera con lanzallamas caseros, cal viva y diversos objetos punzantes. Sí, efectivamente, muchos de los Guardias Civiles tuvieron que recibir asistencia por las heridas sufridas. ¿Detenidos? Ninguno. Es más, el Presidente del Gobierno Sánchez Pérez-Castejón, antes de interesarse por esos heridos, precisó la esperanza del buen estado de salud de los asaltantes. No tuvimos bastante con ese desprecio, hasta que llegó el Ministro de Interior Grande-Marlaska para confirmar la prohibición del uso de materiales antidisturbios y rechazar la instalación de concertinas -sistema de vallado de seguridad- en los elementos de protección de nuestras fronteras, tanto en Ceuta como en Melilla.

Esto no es un efecto llamada, sino la clara decadencia de España.