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Solo pedimos una cosa: educación

Un grupo de estudiantes haciendo los exámenes de Selectividad en la Complutense.

Un grupo de estudiantes haciendo los exámenes de Selectividad en la Complutense. Efe

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Son momentos de cambios en nuestro país, Son momentos de mociones de censura, de cambio de líderes políticos, de consolidación de nuevos partidos, de renovaciones, de primarias regeneradoras…

Sin embargo todos estos cambios de regeneración y de renovación tienen el objetivo de solucionar viejos asuntos, problemas de siempre. Cuestiones que ningún otro gobierno ha logrado llevar a buen puerto, o que ni siquiera ha intentado, o de haberlo hecho lo hizo en solitario y sin consenso. 

Uno de esos asuntos es la educación. Palabra de nueve letras, y una de las pocas que reúne las cinco vocales. Palabra que muchos usan pero no ejercen en uno o ninguno de sus sentidos o acepciones. Palabra que sirve para rellenar programas electorales pero a la que no se le dedican los fondos necesarios. Palabra que bien vale un ministerio para ella sola, pero algunos se empeñan en compartir con “deporte” por ejemplo. 

Es una palabra en la que caben millones de alumnos todos los días, y varios cientos de miles de trabajadores. Es una palabra que tiene la gran responsabilidad de poner en valor el prestigio de nuestras universidades. Que tiene el objetivo de formar a nuestros futuros médicos e investigadores. Sin embargo, es una palabra a la que no se le da su sitio, que sin duda debe ser el primero.

La educación no es solo un ministerio o una profesión, la educación es la palanca de cambio de una sociedad. Nadie se puede adueñar de la educación, nadie puede hacerla herramienta de sus políticas. Hacer eso ha sido y seguirá siendo algo, cuando menos miserable. 

Los ciudadanos nos merecemos un Pacto por la Educación que termine con el cambio de políticas y leyes educativas legislatura tras legislatura. Merecemos una representación política que entienda que España necesita un proyecto educativo para toda una generación. Y que de no ser capaces de sentarse y no salir de la reunión hasta llegar a un acuerdo es fallarnos a todos.

Todo esto se puede conseguir. Pero para ello, es importante que devolvamos a la palabra educación del gran valor que siempre ha tenido. Debemos devolverle el respeto perdido. Y a partir de ahí, nadie se sentiría con la legitimidad suficiente para ultrajarla y utilizarla a su antojo o al de los intereses políticos.

Será a partir de ahí, y solo de ahí, cuando podamos empezar a construir un Pacto Educativo para toda una generación. Será en ese momento porque no se tratará de un acuerdo entre partidos. No se tratará de un acuerdo entre una serie de personas. Si no que se diseñará un pacto nacido, tanto de la necesidad como de la postulación de los ciudadanos.

No es tanto lo que pedimos, pero sí muy importante, y el tiempo se acaba. O lo hacemos ya o quizás en breve será demasiado tarde.
Por eso, solo pedimos una cosa, educación.