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La inmersión forzosa al mundo amarillo

Lazos amarillos cerca de Lledoners.

Lazos amarillos cerca de Lledoners.

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Vemos como día tras día, nuestros espacios públicos se llenan de símbolos secesionistas. Hemos de visionar obligatoriamente múltiples rótulos exigiendo la liberación de unos políticos presos que están encausados por golpistas. Asimismo tenemos camisetas, pines de solapa, lazos de raso, plásticos en forma de lazos, banderas no constitucionales de diferentes tamaños colocadas en las carreteras, en las fachadas de edificios públicos e incluso en las iglesias.

Pseudo-señales de tráfico metálicas pintadas con todo tipo de leyendas o con simples lazos, cruces de madera expuestas a modo de cementerio en lugares emblemáticos de las ciudades, sombrillas y cruces de madera o de toalla extendidas en la arena de las  playas y por si esto no fuera poco, ahora también tenemos cruces de material plástico flotante para decorar el espacio que deberían disfrutar los bañistas de nuestras bonitas playas.



Seguro que me he dejado alguna de las mil opciones que utilizan  los seguidores del mundo independentista; este que se ha lanzado a ocupar el espacio público común como si no hubiera un mañana. La sensación que tenemos los ciudadanos que no comulgamos con esta deriva es de verdadera tristeza, cuando no de simple hartazgo.



Ver que no hay día sin incidentes que socaven la convivencia cívica de todos los ciudadanos que vivimos en nuestra comunidad autónoma es decepcionante; no tanto porque este mini-mundo paralelo no pare de dar muestras de su creatividad mediática, sino porque se evidencia por la fuerza de los hechos que estamos desamparados.

Está claro que los responsables de los diferentes niveles de la Administración Pública supuestamente supervisora, no realizan su trabajo; aquel que no es otro que el de restablecer la limpieza de los espacios públicos siempre que se hayan realizado actividades no acordes al ordenamiento jurídico,  a fin de que vuelvan a ser lo que fueron en un pasado no tan lejano, espacios limpios de consignas y símbolos. La calle ya no es de todos por igual. Esta sería la conclusión de mi primera reflexión, pero no dejo de pensar en una segunda derivada de toda esta locura creativa.

Me pregunto:


1-¿Quien realiza todas estas “performances” y marca las ubicaciones de sus actuaciones creativas? 


2-¿Quien decide la compra de los kilómetros de cintas amarillas que ensucian constantemente nuestros árboles, farolas, puentes, señales, etc.? ¿Dónde se almacena todo este material? ¿Quien lo reparte? 


3-¿Quien compra o encarga las camisetas? ¿Cuántas de hombre, cuántas de mujer, cuántas de niño/a? ¿Quien ha decidido incluir en esta manifestación mediática a los niños? y ¿Qué dice la ley del menor al respecto?


5- Me pregunto finalmente si todo este entramado de entidades que actúan muchas de ellas subvencionadas por los impuestos que pagamos los sufridos contribuyentes, ¿tienen una lista de proveedores afines a la causa? Y si es así ¿Cómo realizan los pedidos de todo este material? y ¿Cómo lo pagan? . ¿A precio de mercado, a precio de coste, a coste cero? ¿Quizás algunos de ellos están haciendo el agosto con este ímpetu febril? 


Tantas cuestiones sin una respuesta clara, me hacen pensar que  nos encontramos con un verdadero entramado de voluntarios y proveedores de todo este tipo de productos; activistas afines a la causa, que están al pie del cañón día tras día, siguiendo vía WhatsApp las propuestas ordenadas por alguna instancia superior  y que supongo, esperan con ansia el agradecimiento público por la tarea realizada. Reconocimiento que se dará, si algún día llega Dios no lo  quiera,  su deseada república catalana. 


Siendo así, debe de existir una lista de buenos patriotas que acredite las aportaciones realizadas, para que llegado el momento reciban una felicitación personal o institucional por sus incontables aportaciones.  ¿Quizás unas transferencias por horas de trabajo no remunerado, kilómetros efectuados, gastos varios avanzados o márgenes comerciales no cargados? ¿Cómo está previsto compensar toda la actividad de los salvadores de la patria catalana? ¿Esperarán algunos de ellos un trato de favor en la Administración Pública como proveedores privilegiados o trabajadores en puestos múltiples?  



El escenario descrito nos angustia tanto, que sólo esperamos que en algún momento se produzca un cambio sustancial en la escena política que nos salve de este sinsentido y que permita a su vez desprogramar de tanto odio a todos los integrantes de esta locura colectiva. Porque si nos obligan a respirar mucho tiempo en esta obligada inmersión al universo amarillo, creo que no lo soportaremos; no sólo nosotros los constitucionalistas, aquellos de los que dicen tenemos un bache en el ADN,  sino también los impetuosos y activos miembros de ese “mundo feliz“.
En un escenario así ………….. Perderíamos Todos.