Suelo estar bastante pendiente de los vaivenes políticos pero, por circunstancias diversas, he seguido muy poco todo lo relacionado con la moción de censura, bueno quizá de clausura de nuestro derecho a ser representados por los que viven de esa representación. Y es curioso, parece que percibes otras realidades que están ahí, son muy importantes, pero permanecen ocultas a los medios. A los medios y a esos representantes.
Así, “representante”, llamábamos hace años a los que nos presentaban los distintos medicamentos que podíamos recetar. Después empezó a verse como algo despectivo y, por esta manía de cambios en el lenguaje para no cambiar nada y supongo también por las mayores exigencias formativas que tenían, se les puso el apellido de “delegados comerciales” y por economía de lenguaje quedaron como “comerciales”.
Pues bien, los diputados son representantes, pero no sé si una buena parte tienen muy clara su representación. Volviendo a los comerciales farmacéuticos, cada uno se encarga de un medicamento, te cuentan todas sus bondades, los cambios respecto a lo previo, etc, es una labor fundamental para el trabajo médico. Hay casas farmacéuticas que tienen varios tipos de medicamentos con una misma función para poder diversificar su mercado y conseguir mayores beneficios. ¿Se imaginan que dos representantes de distintos productos de la misma empresa hablaran mal uno del otro? Nunca verán tal cosa y si la contraria. ¿Por qué? Porque lo que representan realmente no es el producto que te cuentan, a quien representan es a la empresa y tienen muy claro que lo que necesitan es una empresa fuerte.
Volvamos al congreso y verán que muchos de esos “representantes” no asumen su papel de representar no a un partido, con sus valores más o menos positivos o no, deben representar a esta empresa llamada España y que si no funciona será destruida, absorbida, vendida, y sus trabajadores, que en este caso somos todos los españoles, sufrirán las más graves consecuencias. Hay países donde los partidos regionales, aunque no lleguen al grado de deseo de destrucción nacional que vemos en el nuestro, no pueden estar en el parlamento nacional. Y es que, es física y metafísicamente imposible que un partido nacionalista defienda los intereses de todos los ciudadanos del país.
Tener una empresa en manos de los que quieren destruirla no se antoja como una buena opción, si además va dirigida por alguien cuyos objetivos nada tienen que ver con los beneficios de la empresa peor será. Hay que elegir nuevos representantes y que vean claramente que deben representar, más allá de sus siglas, los intereses de todos y cada uno de los españoles. Una de las cosas que me ocuparon estos días fue un curso multidisciplinar, con muchas especialidades médicas, para abordar una patología compleja. Eran charlas con una visión del problema y la contraria para que se valorara la mejor opción, todo tiene distintas perspectivas y por ello la democracia tiene su sentido, pero siempre que sus representantes parlamentarios sepan y admitan que defenderán los intereses de toda España y de cada uno de sus ciudadanos buscando las mejores condiciones para que sean libres e iguales.