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Una rusa llamada dimitir

La agonía de Cristina Cifuentes Carmen Suárez

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En la clásica cría, formación y posterior elevación a las instituciones de políticos con “pedigrí”, los partidos clásicos, (léase PP, PSOE, IU y Nacionalistas), se han convertido en máquinas de profesionalizar una profesión que jamás debería serlo.

En la granja pepera, la cría y educación tiene un marcado programa de puñaladas, conspiraciones y luchas por ostentar el liderazgo de cualquier grupo de pseudopolíticos. Ello mantiene a los “cachorros” muy ocupados en situarse al frente de cualquier grupo y a la vez en muchos casos les priva de una formación externa que después pretenden suplir con tratos de favor en instituciones educativas públicas y privadas.

Esa “experiencia” que el Partido Popular dice tener al frente de las instituciones y que no ve en Ciudadanos es propiamente el principal motivo de su relajación y la corruptocracia establecida firmemente entre ellos. Pero esta costumbre no es patrimonio único del PP, el resto de los viejos partidos ha desarrollado sus árboles genealógicos de idéntica manera, no hay más que ver el nacionalismo catalán o el socialismo andaluz.

Los etéreos Másteres de Cifuentes y parece que también Casado sólo son pequeñas pruebas de una vanidad superlativa de los peperos de raza aderezada con un uso cuasi criminal de una Universidad pública que hace que quienes nos hemos esforzado en lograr cualquier título universitario, (entre quienes me encuentro), veamos con frustración y repugnancia este feo asunto.

¿Y dimitir?, ¿esa quién es?, ¿es rusa?