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Un concurso de fachas

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Así se expresó una teniente de alcalde, de cuyo nombre no quiero acordarme, de Córdoba, de Izquierda Unida, ante una propuesta de Ciudadanos.

Quizá hiciera referencia a los esfuerzos en el ámbito social que planteaba la falange española, ya que la propuesta iba dirigida a proteger los derechos de los propietarios de vivienda frente a la okupacion. Pero me da que no era esa la idea. La idea es la degradación del adversario, la intolerancia sistemática al que piensa diferente, y todo ello en boca de quien defiende un partido que limpia la cara de cada dictadura comunista pasada o actual.

No podemos continuar con esta escalada extremista, no podemos seguir calificando a las personas según parezcan de nuestra cuerda o no, antes de saber siquiera lo que piensan.

Cuando se hizo público el vídeo de la familia real cenando, en algún tweet preguntaron si se prefería una España así o como la otra foto expuesta, con un grupo podemita. Yo dije: ambas. Quizá porque mi familia es así de variada pero sobre todo porque nunca acepté que me impusieran unas formas de vestir, con su precuela y secuela, la imposición en el modo de pensar y la indumentaria expuesta como bandera. Si queremos respeto, tolerancia, debemos ejercer el respeto y la tolerancia en cada movimiento de nuestra vida. Cada problema matemático, eso que parece tan estricto y rígido,tiene varias formas de abordarlo. Si eliminamos la amplitud de nuestro registro social, más allá de lo asociado a las diferencias económicas, tendremos una dictadura, con violencia física o, como hoy parece más probable, psicológica.

Hoy llovía en Madrid y yo no tenía paraguas, llevaba un gran fulard y me lo he colocado sobre la cabeza, es algo que he hecho cientos de veces, pero jamás viví lo que hoy me ha sucedido. Estaba en un paso de cebra y un hombre me ha adelantado, se ha vuelto para mirarme y su cara de desprecio no la olvidaré nunca. He sentido todo el desprecio que muchas mujeres sienten cada día en nuestras calles.

Quizá nuestro error en los últimos años ha sido una manga ancha para unos y esquelética para otros. Quiero que se entienda muy bien esto. Respeto, respeto, respeto, por la ley, por las personas, por su religión. No se pueden tolerar agravios a nadie, pero no se pueden tolerar discriminaciones positivas de ningún tipo. No se pueden tolerar mezquitas que escondan terroristas, pero no se puede considerar terrorista a alguien por su religión. No se pueden tolerar inmigrantes legalizados irregularmente, ni irregulares con todo tipo de prebendas. Ninguna ley, ninguna disposición administrativa, ninguna subvención, puede ser más benévola ni más rigurosa en función del género, de la procedencia o la religión.

La realidad sociocultural que hemos heredado debe ser preservada para nuestros hijos. Tengo la convicción de que si no se hubieran cometido tantos atropellos a los ciudadanos honrados, no se miraría con desprecio a quien decide llevar su pelo cubierto por sus creencias, o simplemente porque llueve. Porque, mucho o poco, lloverá, y la solución a la convivencia en este mundo no puede ser construir puertas en el campo, como tampoco puede serlo el que los lobos maten a las ovejas. Un “a Dios rogando y con el mazo dando” , un asimilar otros pensamientos buscando otras perspectivas del ser humano que nos ayuden a entenderlo y un buscar los cauces para que sus países de origen no les obliguen a buscar lugares nuevos.Llover, lloverá, y conocer otras tradiciones es importante para respetar a otros pero, del mismo modo, no podemos permitir tradiciones contrarias a nuestras leyes. Y todo ello porque lo más importante es preservar el valor de la libertad de cada individuo, que ya saben, acaba donde empieza la del otro, porque esta es nuestra bandera por excelencia, nuestro paraguas, nuestro fulard, nuestro velo, como nación de individuos libres e iguales.