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La aberrante miopía europea

Las banderas de la Unión Europea.

Las banderas de la Unión Europea.

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El entramado político europeo: Parlamento, Comisión, Consejo..., es tan complejo que pocos ciudadanos saben realmente cómo funciona el asunto. Pero de lo que sí hay percepción es de que lleva una evolución histórica hacia el intervencionismo, la burocracia y absorción de impuestos, de crecimiento exponencial. Desde Bruselas los políticos deciden sobre nuestras vidas e intervienen en nuestros gobiernos locales.

Pero ¿en algún momento, de la ya dilatada historia de la Comunidad Europea, se ha planteado esta la posibilidad de haber fallado en algo? ¿Se ha hecho alguna encuesta para tener idea acerca del sentir ciudadano al respecto? ¿Realmente tienen interés los políticos europeos en saberlo?

Con la historia del Brexit podremos estar de acuerdo o no en cuanto a la salida en sí de el Reino Unido de la Unión Europea, como con la propia conveniencia de haber propuesto y convocado el referéndum. Pero creo que sería buen ejercicio preguntarse si hay parte de responsabilidad en la propia Comunidad Europea, además, claro está, de la del gobierno británico y de los que han votado sí al Brexit.

Sin embargo la UE no se planteó la posibilidad de que gran parte del descontento de muchos votantes británicos (estemos o no de acuerdo con ellos) estuviese basado en el abuso y el intervencionismo europeos. El euroescepticismo existe y lleva años creciendo (aparte de los populismos, que también). A la UE no parece importarle, no lo ve, o no quiere verlo. Su arrogancia le anima, por ejemplo, a endurecer las negociaciones con Reino Unido, a hacer declaraciones chulescas (salirse es salirse) sin ser consciente de que ella misma, la propia UE, también pierde al perder a un miembro. Y, sobre todo, un miembro de esa magnitud. Perdemos todos.

La UE se mira al ombligo y se dedica a regularlo todo, desde cuántos olivos debemos tener, o cuánta leche producir. Regula el tamaño de las lechugas, las cuotas de pesca, el color de los tomates o cómo debe ser un tornillo o una bolsa de plástico. Se mete en la industria automovilística, en la hostelería, y no digamos en lo financiero y fiscal.

Y ahora, y siguiendo su línea, resulta que llama la atención a países de la UE por bajar impuestos y tratar bien a las grandes empresas con deducciones. Irlanda, Luxemburgo, Holanda, están creciendo de manera envidiable gracias, entre otros factores, a políticas fiscales liberales que estimulan la economía y atraen empresas. Insisto: no les va mal, están creciendo.

Estos países aplican deducciones fiscales, que benefician a la empresa, al propio país y al ciudadano.

A la UE no parece interesarle que un país salga de la crisis y crezca, como Irlanda está haciendo, con políticas liberales.

Ya no en Europa sino en cualquier parte del mundo, los países que generan riqueza son los que dan facilidades a la creación y crecimiento de empresas. Véase Finlandia, Singapur, Corea del Sur, Suecia, Canadá, Suiza, Australia…

El euroescepticismo sigue ahí, aumentando día a día. ¿Por qué no va a plantearse, un buen día, Irlanda, o Luxemburgo, salirse también de este grupo? ¿Por qué no?

El presidente francés Macron quiere hablar con la canciller Merkel de refundar la UE. Esperemos que sea, todo parece indicarlo, en este sentido.

Hay que dejar de regular tanto la vida de los demás, y regularse la vista para atajar esa aberrante miopía europea.