Jerez de la Frontera

Llueve a mares. Y en Jerez, tierra de sol y viñas, de caballos y campo, de albero y toros, la lluvia se agradece, pero asusta. Los jerezanos por antonomasia son de calle y paseo; de jarana y saludos, de llevar la cara alta y la sonrisa presta para pararse a saludar a los amigos que se encuentran por sus calles. Pero Jerez con lluvia es una ciudad fantasma. Si en Jerez llueve, la población tiende a refugiarse rápidamente a sus casas, a andar ocultándose bajo los paraguas, y mirar a los charcos de los suelos, con aprensión, intentando comprender como es posible que toda ese agua aun este ahí acumulada, y no se la haya tragado las alcantarillas. A los jerezanos no les gusta salir lloviendo.

Por eso es sorprendente, que el pasado día 9 de marzo, una actividad cultural en un museo se llenase hasta los topes. Organizaba la Asociación de Belenistas de Jerez, en el Museo del Belén, una conferencia titulada, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, que seria impartida por un investigador de la ciudad, el historiador Jose Antonio Salas Alcazar. En Jerez llovía, la hora de la cita un viernes a las 19:30h, el ponente un laico, la conferencia de un asunto religioso, y seria presentada en un Museo. En este marco de circunstancias, quien esto escribe, no esperaba que acudiésemos nada más que los organizadores y sus familias, calculaba que a lo sumo seriamos una veintena. Como la obra del ponente, esta nominada para recibir el premio de investigación de la Muy Honorable Orden Monárquica Unidos a Nuestro Rey, comprometida con la cultura y los valores fundacionales de Europa, una comisión de su Junta Rectora, encabezada por su Presidente, acudimos a escuchar al conferenciante viajando desde Madrid y Barcelona.

A las 19:00h llovía con rabia, pero sonó el timbre del Museo. Llegaban los primeros interesados. Diez minutos después fue necesario abrir el portón doble de madera del Museo para dejar pasar a todos los que acudían. A las 19:30 se había completado el aforo y hubo que cerrar la puerta de entrada. Entre los asistentes, familiares y amigos pero también profesores, doctores universitarios, sacerdotes, abogados, economistas, auditores de cuentas, nobles, la comisión de la Junta Rectora de la Muy Honorable Orden Monárquica Unidos a Nuestro Rey, concejales del Ayuntamiento, y hasta una diputada nacional. El nivel era alto y exigente.

La ponencia duró una hora y treinta minutos, no se escuchaba un alma, nadie se movía en sus sillas. El autor del libro Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? nos estaba desgranando aspectos tan interesantes de sus investigaciones de los últimos 15 años, sobre los manuscritos más antiguos de los relatos evangélicos repartidos por el mundo, que a su termino un aplauso cerrado y sincero se levanto en toda la sala.

En Jerez era de noche y llovía, pero en nuestros corazones brillaba la luz de la Judea del año 30.