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Enseñar conocimientos es lo más democrático

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Inger Enkvist es una hispanista y ensayista sueca, catedrática de la Universidad de Lund que ahora orienta sus investigaciones al sistema educativo en China. Ha sido entrevistada para Aceprensa por la doctora Carmen Camey, una activa defensora y propulsora del respeto a los derechos humanos en Guatemala.

— Usted explica que frente a la educación “autoritaria” que existía antes en Occidente, hoy en día los sistemas educativos se han pasado al otro extremo. ¿Qué características tiene este otro extremo?

Antes se hablaba de una tradición occidental, de una seriedad, se admiraba a la gente con conocimientos, se decía que los conocimientos eran algo deseable, algo que debería estar al alcance de todo el mundo. Había una valorización de los conocimientos en sí. Después de la generación del 68 cambió esta concepción, se presentó la educación como un servicio social, como un derecho y no como una posibilidad de aprendizaje.

Ahora, los países asiáticos, que hace medio siglo no destacaban en educación ni en economía ni en investigación, han identificado a los conocimientos como el centro de lo que ha dado a Occidente su papel preponderante. Están decididos a ganarle a Occidente y han visto mejor que nosotros qué era lo que nos caracterizaba y han ido a por ello. Por eso, tanto Singapur como Japón y Corea del Sur han tenido la educación como la gran palanca para avanzar rápido. Ahora China se ha apuntado a esa idea. Trabajan en la misma línea y con una población grande. Debemos tomar nota. Ya teníamos razones internas para cambiar nuestra educación y ahora tenemos también una razón de política exterior.

— ¿A qué se refiere con poner en el centro los conocimientos?

Hablo de conocimientos porque se ha dado muy poco énfasis a esto en la pedagogía occidental. La “nueva pedagogía” dice que el aprendizaje debería ser más lúdico, más práctico, y con esto se ha minusvalorado todo conocimiento teórico. En Occidente no hace falta decir que los conocimientos prácticos son importantes porque esto ya está bastante admitido. Ahora más bien se debe decir que también hay que dar énfasis a lo teórico y ahí interviene –en esto he visto un contraste con China– un miedo a no ser suficientemente democráticos porque se piensa que no todo el mundo va a poder llegar al mismo nivel teórico. Yo diría que enseñar conocimientos es lo más democrático porque después el alumno hace con los conocimientos lo que quiera.

Sobre la necesidad de los exámenes, afirma Enkvist que son necesarios y no hay ningún país exitoso en educación que no tenga exámenes. Además, es una manera de reorientar la educación hacia una meta clara. Y es una manera, ahora que se habla de la calidad de los profesores, de enfocar a los profesores. Si hay exámenes exigentes, esto enfoca a los profesores, buenos o malos, pero los enfoca a todos y a los alumnos también. Y así, un alumno bueno con un mal profesor puede tener buenos resultados. Los padres en casa sabrán cuál es la meta y pueden ayudar si quieren o si pueden. Los exámenes son un arranque, dan energía al sistema y es relativamente barato. Otra lucha es que estos exámenes sean lo más inteligentes posible. Así que exámenes, pero inteligentes, y que normalmente vayan aumentando su calidad, subiendo el nivel, en la medida en que mejoran los estudios de los alumnos.

Respecto al trabajo en equipo, dice que se ha impuesto en parte por esas corrientes políticas que piensan que se debe fomentar más la convivencia en el aula que el conocimiento, que la convivencia y el proyecto en equipo son más igualitarios y más sociales, etc., mientras que el trabajo individual y el dar cuenta del trabajo en un examen individual sería más elitista. Pero si miramos la vida profesional, que es de donde se ha tomado esa idea, si tienes un proyecto en una empresa, para componer un equipo, uno quiere expertos de diferentes campos y que además no tengan una personalidad conflictiva. Lo que se busca no son sus dotes sociales sino su conocimiento específico, que debe completar el conocimiento de los demás.