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Mujeres maltratadas

Una de las campañas para fomentar el uso del 016

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Este es un asunto tan antiguo como frustrante. Ya sé que somos tan convencionales como olvidadizos para lo que interesa, por eso hay quienes acostumbran a poner el contador a cero haciendo borrón y cuenta nueva por el simple hecho de cambiar de año. Es una fórmula para no vivir del pasado –según dicen-. Yo lo llamo indiferencia, es decir, meter la cabeza debajo del ala y dejar que las cosas pasen porque tienen que pasar.

Me hallaba tomando un café de los que disipan sueños del día anterior, en esta ocasión el que separa un calendario de otro, y ya la televisión nada más desearnos felicidad para este año nuevo nos recordaba, a modo de balance, el número de mujeres asesinadas en España durante el reciente 2017. Odio los inventarios porque no hacen más que confinar realidades además de borrar lo anterior para comenzar con lo nuevo. Esa es la tragedia de nuestra razón de ser. Tenemos una memoria demasiado vulnerable y acostumbramos a dejar excesivo espacio libre entre un año y otro. A mí me parece que ciertos acontecimientos no prescriben. No por cuestión de odio, sino por falta de una justicia más endurecida, más necesaria y mejor adaptada al problema capital de maltratar, seguir maltratando y así hasta acabar matando a la mujer. El Pacto contra la Violencia de Género debe ser el refrendo de una medida de unidad entre todas las fuerzas ante esta lacra social; ahora bien, el cambio no ha de venir a través de una política de simple actitud y de buenos deseos, sino por una modificación del sistema.

En efecto, en 2017 han sido 53 las mujeres que asesinadas por sus parejas, pero es que en 2016 lo fueron 53. En 2015: 64. En 2014: 59. En 2013: 57. En 2012: 57. En 2011: 67. En 2010: 85. En 2009: 68. En 2008: 84. O sea, en los últimos diez años un total de 720 mujeres asesinadas. No voy a entrar en el juego de las estadísticas acerca de las denuncias por malos tratos. Demasiado frío para lo que subyace de este mal parto que sufre la mujer maltratada. “España no puede permitir que una mujer que ha denunciado el maltrato sea asesinada por su maltratador”, en opinión de la presidenta del Observatorio Contra la Violencia Doméstica. No puedo estar más de acuerdo con doña Ángeles Carmona. Pero el sistema falla y los asesinos consiguen sus objetivos una y otra vez.

Cuando los buenos deseos son entre gente de bien, dan esperanza. Ahora bien, para que el año nuevo traiga felicidad, para eso, tiene que cambiar el sistema, no el año. Y de ahí no sirve otra que comenzar desde el origen para erradicar la cultura machista que guardamos tan celosamente en este país. Nuestra sociedad esconde esa extraña cualidad de la doble moral, tan de moda entre diferentes capas de nuestra atmósfera política, pero que se mantiene a escondidas entre nuestros vecinos, nuestras amistades e incluso familiares de diferente grado. La convivencia detrás de una puerta que se cierra es algo que el maltratador utiliza para que su sangre fría ajuste cuentas con su pareja. Casi nadie sospecha. Los silencios son cómplices y las denuncias asustan porque nunca es suficiente. La víctima está marcada para lo peor.

Hay expertos que opinan que las mujeres están pagando su libertad con su propia vida. Éste puede ser un componente añadido a la escasa docencia impartida, porque no olvidemos que la raíz del problema está en la falta de educación y de respeto, y eso no es algo que haya que estudiar, sino más bien expandir a todos los niveles de la sociedad desde que uno viene a este mundo. Los celos profesionales se unen, en muchos casos, a la igualdad de oportunidades hombre-mujer y eso, créanme, en mentes de retorcida ignorancia enerva conductas en aquellos hombres cuyos complejos de inferioridad les conduce a sobreponerse ante el ser que creen más débil. La fuerza bruta hace el resto.

La sociedad no lo acepta, pero agachamos la cabeza. No aceptamos esta ni otras muchas manifestaciones de esos prójimos que gustan de violentar y asesinar a su pareja, pero nuestra conducta social ha imaginado que algunos cambios sociales vienen por simple casualidad. Tendremos que reflexionar si queremos recuperar el sentido del cariño, del respeto y de la tolerancia. A mí se me antoja que estos derechos adquiridos lo eran para bien. Hoy tendremos que volver a empezar a educarnos si queremos que nuestros descendientes tengan otra oportunidad en la no violencia. Mañana será tarde.