Opinión

La suelta de virus

¿Qué fue primero, el virus o la industria farmacéutica?

¿Qué fue primero, el virus o la industria farmacéutica? Andrés Nieto Porras | Flickr

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Confieso que no tengo nada claro este fenómeno. Resulta curioso que todos los años, misma fecha, misma hora, tengamos el privilegio de asistir a la llegada del virus de la gripe. Es como participar de la berrea del ciervo rojo cuando éste entra en celo.

La suelta y migración de este agente infeccioso se extiende con facilidad entre la raza humana. Su llegada es inequívoca gracias a los sonidos guturales que anuncian el ciclo de apareamiento con nuestro cuerpo de acogida. Ya saben, en general síntomas de estar a merced de cualquier postor o impostor, que para el caso es lo mismo. El clímax de esta incestuosa relación se alcanza bien por amores que matan, dos que duermen en un mismo colchón o por utilizar el transporte público en hora punta. Lo peor de todo es que los animalistas de turno están siempre al acecho con eso de maltratar a todo bicho viviente, de manera que toque de rehilete con vacuna a base de anticuerpos para que el microbio no se sienta desplazado y así evitar desarraigos.

Lo malo es que el dichoso virus tiende a mutarse y cada nuevo año la especie se instala en nuestro cuerpo en forma de Alien con un coeficiente intelectual superior, es decir, va por delante de los acontecimientos de tal manera que los millones de habitantes planetarios no se libran de estar expuestos al ataque feroz de un elemento que, a diferencia del ciervo rojo, el susodicho no distingue en su cortejo la condición sexual del pretendido o pretendida.

Créanme, maldita la gracia que hace quedar a merced del invasor, abducidos por dentro y por fuera, pues si malo es luchar contra lo invisible, peor es saber que lo que te han inoculado como viral milagroso nada tiene que ver con la pócima secreta de Astérix y Obélix. Ya se sabe que todo lo que sea multiplicar por 7,5 miles de millones de habitantes resulta un cociente de los más suculento. Tampoco nos olvidemos que la publicidad ejerce un magistral lavado de ánimos en nada que la congestión nasal o la irritación de garganta nos impida estar desenvueltos para la ocasión, de manera que cualquier fármaco que asoma en televisión conviene hacerlo realidad tal como se nos muestran en las imágenes.

¿Cancelar la cena romántica con purita por un simple estado gripal? Nada de eso, tómese un sobre de Cura Rapid y a la media hora estará como nuevo; eso sí, en caso de duda consulte al farmacéutico. Y uno se pregunta si es que el boticario también debe acudir al restaurante por aquello de las dudas a la hora de cenar con purita. Lo cierto es que esto de la gripe estacional es un sinvivir.

También resulta extraño que la inmunidad del planeta quede a la deriva en idéntica fecha y hora, salvo que el encargado de abrir la jaula de los virus se haya tomado el día de asuntos propios, entonces la cosa queda en suspenso. Ahora bien, ojo al dato porque con un virus retenido en contra de su voluntad cuando lo sueltan con retraso hay que atarse los machos. A pesar de todo recuerdo hace algunos años que hubo una partida de virus en malas condiciones. Salieron defectuosos de la factoría, es decir, flojitos y sin mala leche, faltos de casta, vamos. No hubo alarma social porque la cosa no pasó a mayores y ese año la multinacional de turno echó mano de un sucedáneo que no fue ni virus ni bacteria pero que obligó al ciudadano a consumir grandes cantidades de paracetamol como único remedio. Menos mal que los laboratorios farmacéuticos están siempre al quite. Y es que somos muchos en este planeta.

Y esto no es todo, a no tardar la gripe de cada año será de pago obligatorio; o sea, una especie de virus a la carta a través de un canal interactivo o mediante una aplicación que tendremos que descargar en nuestro móvil. Nada sorprendente, los bancos ya son digitales y lejos de remunerar tus ahorros ahora tienes que pagar por tener tu dinero al servicio de una entidad virtual. A mí esto de la digitalización para todo no me convence, que quieren que les diga.

Comprendo que haya que evolucionar con arreglo a las nuevas tecnologías, pero contraer la gripe renunciando a los remedios caseros de toda la vida, ya saben, el Vicks Vaporub entre pecho y espalda, la leche caliente con miel, y sobre todo los memorables cuidados intensivos de una madre con su eterna sonrisa balsámica, pues eso, que ya me dirán si no son ganas de fastidiar. La cosa es puro negocio y a las multinacionales les importamos solo como alimento de su colonia de virus. Somos, al buen entender, el sustento natural de las cuentas de resultados, porque esa es otra, todos los años por estas fechas me hago idéntica pregunta: ¿qué fue primero, el virus o la industria farmacéutica? Esa es la cuestión.