Opinión

Una España muy siglo XX

Castigos en una escuela de principios del siglo XX.

Castigos en una escuela de principios del siglo XX.

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Es bien conocido que el Reino de España fue, al comienzo de la Modernidad, la gran potencia que llevó a cabo, junto con el Reino de Portugal, el descubrimiento y exploración de nuevas tierras y, en especial, de América. Pero el Imperio español cayó en una larga decadencia desde el siglo XVII.

El problema más importante fue que España no pudo adaptarse a los nuevos vientos de la Modernidad filosófica y científica, que tuvieron más facilidad para desarrollarse en los países donde triunfó el Protestantismo. Solo al final del siglo XIX algunos intelectuales, como Clarín desde la Universidad de Oviedo o Unamuno desde la de Salamanca, toman conciencia de la necesidad de una Regeneración del país y comienzan a hacer una profunda crítica de la decadencia española con vistas a una Gran Reforma política y social. España llevó a cabo tal Reforma a lo largo del siglo XX, el siglo de una cruel Guerra Civil y del despegue industrial del país en tiempos de la Dictadura franquista.

El proceso recuerda la Guerra Civil inglesa, o a la Reforma Protestante y a las guerras religiosas del siglo XVII en Alemania, más que a la Revolución Francesa. Hay cierta similitud entre la cruzada de Cromwell contra los católicos y la de Franco contra los comunistas.

Pero la similitud con Alemania es mayor porque ambos fueron grandes Imperios que entraron en decadencia, comenzando entonces un proceso de renovación política e industrialización. Alemania empezó su renovación en Prusia con el gran reformador Federico II, el Rey filósofo. En España el proceso de cambio y renovación alcanza un nivel similar de tolerancia al comienzo de la llamada Transición Democrática con el Rey Juan Carlos I.

La modernización alemana fue un proceso político y cultural en el que la contribución de filósofos como Kant, Fichte o Hegel fue muy importante para inventar nuevas instituciones educativas, como la primera de las Universidades modernas, la de Berlín, o para crear una justificación de la intervención estatal en la economía, siguiendo Ideas de Fichte, una tendencia que será clásica en la poderosa Socialdemocracia alemana. En la renovación de España tuvo también parte importante la contribución de intelectuales y filósofos. Por ejemplo, la Idea de la nueva organización Autonómica del Estado de la Constitución de 1978 que hoy rige en España es una aportación del filósofo Ortega y Gasset que se puede remontar hasta Clarín.

Pues, Ortega es el introductor y padre fundador de la filosofía contemporánea en el mundo cultural hispano. España fue en el pasado, especialmente en el Renacimiento, un país donde floreció la filosofía escolástica, con figuras como el jesuita Suárez o el dominico Francisco de Vitoria, padre del Derecho Internacional.

Pero en la época moderna se llevó mal con las nuevas ideas de subjetivismo e interioridad idealista que fueron introducidas por el movimiento reformista Protestante, padeció dificultades insuperables para renovar y mantener su dominante posición política y cayó en una decadencia económica y cultural. En los siglos XIX y XX, primero los Ilustrados, como Jovellanos, y después los krausistas y republicano-socialistas intentaron transformar el país siguiendo programas inspirados en las Ideas modernas que habían triunfado en otros países como Inglaterra, Francia o Alemania. Pero tales intentos modernizadores condujeron, sin embargo, al fracaso de la Restauración decimonónica y a la gran tragedia de la Guerra Civil.

Ortega fue, inicialmente, alguien que veía en la monarquía de Alfonso XIII una institución débil, sin una clara y decidida Nueva Política que condujese la renovación y necesaria industrialización del país. Pero más tarde comprendió que el programa de modernización política de los republicanos estaba también fuera de tiempo, porque la Modernidad estaba entrando en crisis en el siglo XX con la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa. El intento Anti-Liberal del doctrinarismo marxista de realizar las Ideas democráticas modernas de una manera radical conduciría a un nuevo totalitarismo, como el intento de la Contra-Reforma condujo a la Cristiandad católica a una sociedad inquisitorial. Es por ello que Ortega pensó que la Modernidad estaba en crisis y que a esta sucedería un tiempo nuevo, “nada moderno pero muy siglo XX”.

A este nuevo tiempo correspondería una nueva filosofía. Dicha nueva filosofía debía superar a la filosofía Moderna, al Idealismo y al utopismo político de raíces Protestantes, sin volver a la filosofía escolástica, al realismo católico-aristotélico. Se debía superar la filosofía Idealista moderna a fondo, con nuevas creencias y nuevas formas de vida y cultura. Ese es el legado de Ortega que creemos que se debe continuar, de una forma o de otra, porque en España nos acabamos de dar cuenta del daño que puede hacer la anarquía e indigencia intelectual cuando se apodera de la clase política.