Opinión

¿Y si nos desembarazáramos de nuestra Autonomía?

Mapa de España en 1710/ Wikimedia Commons

Mapa de España en 1710/ Wikimedia Commons

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Como jurista, como hombre de Administración Pública desde hace quince años y como ciudadano español que soy, estoy tan preocupado por la rebelión catalana como el que más. Sigo con preocupación mezclada con repulsa las noticias sobre lo que sucede en la esquina nordeste de España. Y leo lo que puedo, en el tiempo que los asuntos urgentes de la vida me dejan disponible.

Acabo de leer un artículo de Jorge de Esteban para El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho, una revista de y para juristas dirigida por el gran catedrático de Derecho Administrativo, don Santiago Muñoz Machado. El número de octubre-noviembre está dedicado monográficamente a... Sí, a Cataluña.

Decía que acabo de leer la contribución de Jorge de Esteban y en su último párrafo se descuelga con una perla que me ha hecho pensar, digo más, me ha parecido inspiradora. Dice el insigne constitucionalista que el problema territorial en España sólo puede solucionarse si los demás españoles estamos dispuestos a aceptar el supremacismo de Cataluña y País Vasco. Y eso me parece muy mal. No lo acepto.

Pero a continuación deja caer la siguiente idea: concédase a ambas "nacionalidades" un alto nivel de autogobierno, y rebájense las competencias de las demás Comunidades Autónomas "para crear un Estado más racional, menos oneroso y que facilite un consenso para la paz".

Y, ante ello, se me ocurre proponer lo siguiente: ¿por qué no hacemos un serio esfuerzo los ciudadanos (no los políticos, ni aún los que se visten con nuestro nombre de Ciudadanos, a ellos esta idea no les va a gustar) por reclamar el fin del Estado autonómico y la reunificación de la España que no es Cataluña ni País Vasco? ¿No nos daría eso a los españoles, incluso a los catalanes y vascos que no quieren ser supremacistas, una fuerza que permitiría reequilibrar la balanza, durante casi cuarenta años escorada hacia el nacionalismo?

Lo acabo de pensar y, sí, no es fácil, pero, ¿por qué no lo pensamos? ¿Por qué no maduramos la idea y ponderamos sus posibilidades? ¿Acaso no hay vuelta atrás frente al error autonómico?

Quede claro que soy consciente de que no se trata de proponer una idea simple y pensar que se puede realizar sin más. Esta idea tiene una formulación simple y una realización muy compleja. Pero lo primero, inexcusable, es formularla.

Ahí lo dejo.