Drogas

Día internacional contra las drogas

500 kilos de cocaína incautados por la Guardia Civil en una redada.

500 kilos de cocaína incautados por la Guardia Civil en una redada. EFE

Me llama bastante la atención que la desgraciada acumulación de accidentes con víctimas ciclistas producida hace ya algunas semanas haya originado simplemente una campaña sobre el famoso metro y medio que hay que dejar al adelantar con nuestro vehículo a los deportistas del pedal.

Y digo simplemente porque hay que resaltar que al menos en dos de los casos, que yo recuerde, los conductores iban de alcohol y drogas hasta las cejas; circunstancia que, si bien se ha citado, prácticamente no ha tenido repercusiones. A mí me ha hecho recordar las grandes campañas que se han realizado últimamente en este país contra el consumo de estupefacientes. Como se suele decir ahora, una o ninguna.

Por si me falla la memoria, y porque me gusta documentarme y confirmar o rebatir mis propias sensaciones y recuerdos, he navegado por Internet y encuentro que hemos de remontarnos hasta el año 2012 para ver en la página del Ministerio de Sanidad la última campaña en la que se preguntaba al ciudadano si las drogas controlaban su vida. En 2007 hubo otra contra la cocaína por lo que parece ser que la periodicidad va de lustros o quinquenios, o sea que este año toca, o debería.

También me suena otra, aunque no recuerdo el año, en la que se nos invitaba a rechazar las drogas mediante un intimidatorio, contundente y enorme NO. ¡Uf! Qué impactante.

Con las campañas de seguridad vial sí que supieron ponernos los pelos de punta y el corazón en un puño mostrándonos imágenes dramáticas, devastadoras. De lo de las fotos de las cajetillas del tabaco ya ni hablamos.

Pero para el tema de las drogas, no sé por qué, las campañas son suaves, cuando las hay. No nos muestran los desastrosos efectos sobre el cuerpo y mente humanos, ni los dramas que viven las familias de los adictos.

A principios de junio el Observatorio Europeo sobre Drogas presentó un informe en el que se demuestra el repunte de las muertes por sobredosis en los últimos tres años en la Unión Europea. Veintitrés al día. Demoledor.

El problema de la droga resulta muy complejo de atajar principalmente por dos motivos.

Uno es la variedad de consumidores. Desde el marginal que se mueve en ese mundo casi desde que nace y que incluso puede llegar a traficar para subsistir, hasta el niño de papá que se aburre y necesita nuevas sensaciones porque lo tiene todo. Entre medias, los jóvenes, (principalmente jóvenes), de cualquier clase social que buscan un engañoso, rápido y artificial bienestar, o los que dicen rebelarse de esa forma contra la sociedad de consumo, el sistema, el poder establecido y cualquier otra cosa que se ponga por medio y contra la que uno se pueda rebelar.

Resulta paradójico que estos últimos se rebelen contra la sociedad de consumo, consumiendo una mercancía dañina donde las haya. Como paradójico es que se rebelen contra el sistema o el poder cuando con el dinero que obtienen trabajando o sisando, por decirlo suave, a sus propios familiares, financian los lujos de unos poderosos capos que están sentados en su poltrona, en algún país lejano (o no tan lejano), cimentando su imperio sobre la salud de los rebeldes.

Hace pocos días pudimos leer la noticia de un hombre de 35 años de Paterna (Valencia) que asesinó a sus padres porque no le dieron dinero para marihuana; la droga teóricamente blanda. En febrero hubo otra noticia similar en Cáceres. Pero por lo visto la vida de estas personas y la de tantos adictos que mueren por sobredosis no valen tanto como las de los casos de violencia de género o las de los accidentes de coches, casos estos últimos sobre los que sí que se hacen campañas permanentemente.

El otro factor que complica la lucha contra esta lacra, y que nunca conoceremos a fondo los ciudadanos de a pie, son los intereses ocultos existentes para que nada de esto cambie.

Hace unos días vi en televisión una película sobre el periodista estadounidense Gary Webb (premio Pulitzer 1990), que en agosto de 1996, con una serie de reportajes sobre el tráfico de drogas entre Estados Unidos y Nicaragua, reveló cómo la CIA vendió toneladas de crack en los barrios de Los Angeles (principalmente marginales y de raza negra) y utilizó ese dinero de comercio criminal para financiar las operaciones de la Contra nicaragüense por intereses políticos. Es un simple ejemplo de las muchas tramas de mayor o menor calado que desconocemos pero que a buen seguro existen en cualquier país y que mantienen vivo  ese cruel pero lucrativo negocio multimillonario. En Europa, por ejemplo, se mueven 24.000 millones de euros al año.

El pasado día 26 de junio fue el día internacional de la lucha contra la droga. ¿Lo han notado ustedes? ¿Han escuchado a algún político hablar sobre esta lacra? Creo que ya va siendo hora de exigir que se hagan campañas contundentes, o mejor aún, políticas de prevención reales que protejan a nuestros hijos desde la edad más temprana posible y  que se investigue quién utiliza este destructivo medio para conseguir sus fines, a parte de los propios narcos.