Teatro

Incendios

El elenco de Incendios.

El elenco de Incendios.

Crítica teatral a 'Incendios', programada por el Teatro de La Abadía, sobre texto original de Wajdi Mouawad, y dirección de Mario Gas.

“Somos casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada. El enlucido de nuestras fachadas es muy bonito, pero ¿quién es ese loco presa del insomnio que, en el interior, pasa las horas dando vueltas, apagando y encendiendo las luces? Somos casas con infinitas habitaciones, pasillos, corredores sombríos que dan a escaleras que suben y bajan. Hay allí infinitos dédalos a los que conducen ascensores que dan a sótanos, verdaderos mundos insospechados, llenos de ira, de sensualidad, de sexualidad, de fluidos, de entorpecimientos, de balbuceos”.

Con éstas palabras de Wajdi Mouawad se presenta su obra Incendios en el programa de mano, y ello es un acierto porque la profundidad de su prosa nos predispone para el espectáculo que, a continuación, vamos a presenciar.

"Ahora que estamos juntos, todo va mejor".

Historia dura, compleja y dolorosa, pero que nos mantiene aferrados a la butaca a pesar de las más de tres horas de duración (con descanso incluido de 15 segundos). Su autor tiene 49 años, y la escribió en 2003, sirviendo de guion para la película del mismo nombre que optó al Oscar para mejor película extranjera en 2011, pero la trama que se nos presenta nos recuerda a las grandes tragedias griegas del teatro clásico.

Los incendios que se prenden ante nuestra mirada, afectan a personas, que a través de ese fuego sanador, pero doliente, suponen un terrible camino que a veces es absolutamente necesario recorrer para llegar hasta uno mismo. Hablan de fuego sí, pero también de renacer.

Nawal acaba de morir y, a través de un notario, hace llegar a sus hijos gemelos, Simon y Jeanne, su testamento acompañado de una chaqueta de tela verde con el número 72, un cuaderno rojo y dos sobres, que deberán entregar a su padre y a un hermano desconocido, que les embarcará en un viaje hacia el pasado, en forma de una fabulosa odisea que les llevará a un segundo nacer; porque como indica Nawal en su escrito de últimas voluntades: “Hay verdades que no pueden revelarse a condición de que sean descubiertas”.

Mario Gas dirige el espectáculo, planificando que toda la carga dramática aflore de manera sobrecogedora en la segunda parte, aún a condición de que en la primera la sensación sea de una cierta lentitud, pero cuando explota toda la fuerza del drama es incuestionable la sensación de plenitud y de que todas las piezas del puzzle cuadran de forma adecuada. Mención especial a la maestría que demuestra para situar en el escenario, al mismo tiempo, momentos temporales distintos, lo cual ocurre de manera reiterada.

La escenografía de Carl Fillon es muy acertada, partiendo de un frontis central sobre el que se mueven todas las escenas de la obra, en cuya parte superior se proyectan imágenes y videos que nos sitúan en los lugares por los que transita cada momento de la trama. A izquierda y derecha de este elemento central se sitúan dos espacios, cubiertos de arena, en los que se ubican, enmarcadas con su perfil geométrico, distintas escenas a la vez, jugando con una diferente temporalidad.

Ocho actores representan, sobre la escena, veintiún personajes diferentes, consiguiéndolo de forma eficaz, destacando de manera especial la figura de Nuria Espert, magnífica en su prestación y deslumbrante en la escena del juicio, en la que Nawal se enfrenta a quien más dolor le infringió… a pesar de todo; momento en el que hubiera merecido una ovación, porque la forma en la que dice y en la que se expresa, sin mover un músculo de su cuerpo, clavada su mirada en el destinatario de sus palabras, enhiesta, altiva y orgullosa, a pesar del dolor sufrido, es de las que recordaremos por mucho tiempo.

El trabajo actoral de todo el elenco es muy destacado , empezando por Laia Marull, estupenda en el papel de joven Nawal, así como Ramón Barea en el bonancible notario Hermile Lebel, pero todos los intérpretes rallan a gran altura: Álex García, Candela Serrat, Alberto Iglesias, Lucía Barrado y Germán Torres, con unos papeles para los que tienen que exprimir todo su talento y que, con seguridad, tras cada representación, les dejarán exhaustos.

Obra muy intensa, pero imprescindible para los amantes del teatro, quizás podría ajustarse algo su duración, y mejorar el sonido, que, al no usar micrófonos, por momentos es bastante mejorable, pero que no te deja indiferente; teatro de emociones, de sentimientos, de verdadera profundidad, del que salimos afectados por las llamas de estos Incendios que han hecho presa en nosotros. Muy recomendable.